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     Más notas, para terminar.

║ También, encontramos, por pura casualidad, un grupo de Argentinos en viaje por varios países sudamericanos. Nos contaron cómo, en Arequipa, les robaron una cámara fotográfica y, muy dolorosamente, todos los rollos de fotografías ya tomadas desde el principio del viaje; también les robaron una cantidad de ropa - y les hubiesen robado más si ellos no hubiesen regresado a su coche mientras los ladrones lo estaban pelando. Nos contaron cómo fueron a la policía, y cómo ésta quedó totalmente apática, sin mover un meñique - aunque hubiese sido por puro formalismo. Nos contaron cómo, a uno de ellos, un ladrón le arrancó el reloj de la muñeca en plena luz del día, a dos pasos de un policía, y cómo el policía se despreocupó y no quiso saber nada.

  Es más escandaloso lo que no hizo la policía que lo que hicieron los ladrones.

  Aquí, en Lima, no podría pasar eso, porque en Lima simplemente no hay policías salvo algunos con guantes y casco blancos, parados ceremonialmente en algunas esquinas donde no se necesitan.

  Nosotros, por ahora, nos las estamos arreglando bastante bien, en estas circunstancias.

║ Tanto tiempo ya estamos en el Perú que se nos estaba por terminar el permiso de estadía. Fuimos a Migraciones para pedir prórroga. Otro país medio complicado: hubo que comprar papel sellado, tuvimos que escribir toda una larga solicitud en castellano - nos preguntamos cómo lo hacen los extranjeros para quienes el castellano es griego - y hubo que pagar una abultada suma de derechos. Tan fácil como en Ecuador hubiese sido demasiado fácil.

║ Después de una eternidad, comimos otra vez frutas de zonas templadas como ser albaricoques y melocotones, o sea damascos y duraznos. Hay que reconocer, después de tan larga interrupción con las frutas tropicales, que las templadas también son riquísimas, y además muy finas.

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Hoy, nos pasamos la mayor parte del día en un taller de elásticos. Las dos hojas que sabíamos que estaban rotas, y la tercera, que posiblemente estaba rota, se multiplicaron en cinco hojas indudablemente rotas. Cinco hojas, de un total de dieciséis en los dos muelles traseros, rotas entre Quito y Lima, ya que en Quito ambos muelles habían sido revisados y puestos en condiciones. Manera más ilustrativa de expresar el tipo de caminos que recorrimos no hay. Además, naturalmente, hubo que cambiar el amortiguador roto por el pozo aquel, y, por lo tanto, cambiar su compañero.