• En las calles, todas las damiselas llevan camisetas con inscripciones únicamente en inglés. Probablemente ni saben los dobles sentidos, pícaros cuando no insinuantes, que llevan en el pecho, y probablemente van a escuchar algún hit mientras disfrutarán de un drink, tal como oímos pregonado con vibrante entusiasmo en la radio.
• Vimos más de una vez una persona llevando una bolsa de compras con una decoración a base de la bandera vespucciana.
• Y mientras traicionan así su propia cultura, van comiendo un pie de manzana. ¿Qué será un pie de manzana? Hasta que uno aprenda inglés y se entere de la palabra inglesa pie que se pronuncia pai, y que quiere decir simplemente una tarteleta. Una tarteleta de manzana.
• De música andina no se escucha ni la sombra. Pero, de la ensordecedora vaciedad de la música foránea, no hay manera de escapar. Y muchas cosas, sino todo, por el estilo.
Si quieren tanto agringarse, comentó Božka, por qué no se agringan en el aseo de los baños, por qué no les ponen agua, por qué no les ponen papel, por qué no les ponen asientos, por qué no mantienen el piso seco, por qué no hacen todas las mil y una cositas mejor que, en conjunto, harían un Perú mejor? Y, naturalmente, ello va para muchos otros países también.
Por qué será que, en Vespuccia, nadie lleva camisetas con lemas castellanos?
Si fuera una corriente en ambas direcciones, de mutua y amistosa adopción de ciertos modales - dentro de límites para no diluir y homogeneizar a todo el mundo - sería muy bueno porque esto echaría un lazo de comprensión dentro de la familia humana, y cuántos más países entrecruzarían sus influencias, tanto mejor; pero se trata de una corriente en sentido único, en la cual un país imita simiescamente los manerismos de otro, y éste, a su vez, desprecia profundamente al primero.
No es que estemos a favor del patriotismo. El patriotismo, tal como concebido universalmente, como una vanidad ritual y obligatoria, solamente levanta barreras de ceguera dentro de la familia humana. Pero esto de abandonar su propia cultura para adoptar manerismos extranjeros es una traición.
♦ Hablando de baños, aquí, en Lima, más todavía que en otras partes, como Bogotá, las mujeres y el público en general están sujetos al espectáculo de hombres acercándose a un árbol y haciendo sus cosas. A veces, se ponen de tal manera que él que viene de atrás les ve solamente la espalda, pero él, o la, que viene de adelante ve todo lo demás, en vívida realidad.
A más de los innumerables casos de hombres meando a 5 ó 10 metros de nosotros, a uno le pareció que nuestro vehículo le gustaba más que los árboles >>>>>>>>