Aquí, no pueden decir que no disponen de la tecnología adecuada. Tienen exactamente la misma maquinaria, el mismo papel, los mismos productos químicos, de marcas mundialmente famosas y satisfactorias, que los otros laboratorios fotográficos que utilizamos anteriormente. Y es precisamente por ello que tratamos con este laboratorio y no con otro. Sin embargo, qué vastísima diferencia en los resultados. No todo, quizás, sea culpa del laboratorio: nos explicó el gerente que hay grandes variaciones de voltaje en el suministro de la electricidad, por lo que la maquinaria no funciona correctamente y de manera previsible. Pero ello no explica por qué no tienen un estabilizador de voltaje, un reductor de pelusas, por qué no prestan más cuidado al encuadre de las fotografías, por qué se atreven a presentar al cliente algo evidentemente inaceptable que ellos mismos tendrían que rechazar en su control de calidad. Si tuvieran un regulador de voltaje, un sistema de eliminación de pelusas, y más cuidado en la mano de obra, muy probablemente sacarían el mismo trabajo satisfactorio que los demás laboratorios en países llamados desarrollados. Sí, subdesarrollo no es cuestión de tecnología solamente.
Y lo que este laboratorio se perdió en papel, en tiempo, en desgaste de la maquinaria - porque, por lo menos, tuvo la buena voluntad y la estoica paciencia de repetir y repetir, y repetir.
Muy interesante. Así terminó esta empresa fotográfica más de dos veces millonaria en soles peruanos "de oro" según reza en los billetes de banco, pero de puro papel, se entiende.
Claro, mientras estábamos sumergidos en lo anterior, no perdimos contacto incidental con el ambiente. Aquí van las observaciones correspondientes.
♦ La primera noche en Lima, la pasamos, no por elección sino por puro cansancio, a tres cuadras del laboratorio fotográfico. Pero el lugar resultó tener sus ventajas, por lo que se volvió nuestro dormitorio permanente; especialmente cuando descubrimos que tiene una ventaja adicional, a saber que, a unos 80 metros de donde paramos, hay un sereno todas las noches, de las 21 a las 6, vigilando movimientos extraños, y cuando descubrimos que dicha ventaja adicional no es solamente teórica sino muy real, porque el que habla de Bogotá como cueva de ladrones, se ve que nunca estuvo en Lima.
♦ Aquí, en el dormitorio nuestro mismo, ya frustramos dos robos - dirigidos no contra pertenencias nuestras sino contra pertenencias de terceros desconocidos de nosotros.
Un caso ocurrió a eso de las 19, hora cuando esta esquina está muy concurrida. Se paró un coche en la parte trasera de otro coche, donde éste tenía su rueda de auxilio en el exterior, asegurada con un candado. El ladrón, desde su coche, y con el motor en marcha, rompió el candado como si nada, y empezó a aflojar las tuercas. Cuando Karel tuvo la seguridad de qué se trataba, salió de nuestro vehículo y se encaminó hacia el lugar de los >>>>>>>>