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hasta ahora en varias partes de los Andes. Y, por lo susodicho, también tiene el interés, para el viajero que se acerca al Cañón del Pato desde el norte, de crear y aumentar un espíritu de expectativa.

Mientras siguió el interés del acceso norte, seguimos paso a pasito. Pero cuando terminó el interés, o sea antes de llegar ni siquiera al primer pueblo después de Huallanca, Yuracmarca, dimos media vuelta, recorrimos a la inversa el acceso norte, admirando otra vez todo lo ya descrito, y, otra vez a la vista ya de Huallanca anidado a la salida del cañón, nos paramos para cenar y hacer este relato, antes de ir a pasar la noche en Huallanca, cuidándonos de la zona prohibida - por lo menos así pensábamos hacerlo.

Cena que fue interrumpida, y relato que fue imposibilitado, por la visita de vigilancia ya susomencionada.

Cuando empezamos la noche en el campamento de la guardia republicana, nos sentimos como reyes, porque, como reyes u otros personajes de importancia, éramos el objeto de una cortesía que, sin duda, era al mismo tiempo una vigilancia.

A la madrugada siguiente, o sea esta madrugada, emprendimos nuestro regreso, perdón, nuestra segunda ida sin vuelta, por el Cañón del Pato.

El interés fue tan intenso como la primera vez. Por lo visto, uno no se puede saciar con un solo tránsito del Cañón del Pato. Además, sabiendo ya qué esperar, nos animamos, a pesar de las advertencias, a detenernos varias veces para mirar las profundidades realmente hasta el fondo, y las alturas realmente hasta el cielo, y para tomar algunas fotografías, pero nunca de las sacrosantas instalaciones hidroelectrógenas - porque hay razones de caballeros que un caballero entiende y respeta.

Ahora que las instalaciones hidroeléctricas que vimos, si bien seguramente importantes para la economía del país, no nos parecieron gran cosa comparadas con las ciclópeas centrales hidroeléctricas que vimos en Vespuccia y Canadá. Además, es una satisfacción anotar que dichas instalaciones están tan escondidas en las profundidades del abismo que, de ninguna manera, interfieren con y, por lo tanto, de ninguna manera desmerecen, el ambiente del Cañón del Pato.

En esta travesía de retorno, aprendimos algo tan sorprendente como todo lo visto. Aprendimos que la cornisa de malabarista y los túneles de monstruos fueron cavados, tallados, no hace 5 años, ó 10 ó 20, con maquinaria moderna - lo que hubiese sido una empresa mayúscula - sino alrededor del año 1919, a mano, a pico y martillo. ¡Seguramente fenomenal! Había que realmente querer hacerlo, este camino, para hacerlo.

Otro aspecto de interés es que esta obra inverosímil fue hecha con mano de obra gratis y obligada. Resulta que, en aquellos años, todo el mundo en el Perú pagaba impuestos.  Los que podían, lo pagaban en dinero; los que no >>>>>>>>