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tragos de nafta - y solicitamos ver el museo, y fuimos conducidos al sótano, nos encontramos simplemente en una cueva de Ali Baba.

Cada pieza, una hermosura, cada pieza, una sorpresa; y cada pieza, más hermosa y más sorprendente que la anterior; lo veíamos con nuestros propios ojos y no podíamos creerlo; cada pieza suscitaba un nuevo maravillamiento y una nueva incredulidad. ¡Qué diferencia fenomenal con el museo de Lambayeque! Y las piezas ni siquiera estaban en exposición sino en almacenamiento, unas al lado de las otras, en hileras e hileras; realmente, un mundo de maravilla en este sótano debajo de la estación de servicio.

Cerámica mochica.  Cerámica mochica, nos explicó el solícito y ardiente dueño.

Es que, mientras la cerámica de otros pueblos a lo largo del Perú se destacaba, ya sea por su forma únicamente, como en el norte, o por su color únicamente, como en el sur, la cerámica mochica supo mezclar forma y color espléndidamente, y supera holgadamente todas las demás cerámicas - salvo, quizás, la cerámica huari, la que, a veces, también logró una mezcla bastante armoniosa de ambos elementos.

En resumen, verdaderas esculturas, esas vasijas mochicas ante nuestros ojos. Una riqueza de imaginación y acabado realmente pasmosa.

A más de los valores artísticos, cabe mencionar otros focos de interés: algunas de las piezas de cerámica, apartándose totalmente de cualquier expresión estética, tienen la perfecta forma de componentes de maquinaria, como engranajes y tornillos sin fin; otras cerámicas son instrumentos musicales, específicamente de viento, del tipo trompeta y cuerno de caza.

Cuando expresábamos nuestra sorpresa ante la calidad y la prolijidad de la colección, nos comentó nuestro acompañante, que, en el Perú, lamentablemente, los museos estatales no valen nada, que el gobierno no se preocupa de nada y que las únicas colecciones de valor y bien preservadas son las colecciones particulares.

Entre tanta belleza cerámica, hay también, en esa cueva de Ali Baba, en otro renglón por completo, una pieza más fantástica, in creíble y única de lo imaginable - y ni siquiera es de cerámica; es de piel humana mostrando nítidamente cada una de sus arruguitas, con dos pies, dos manos, un cara con ojos, nariz y boca, y hasta unos cabellos en la cabeza, un cuerpo humano, de una niña recién nacida, achicada a la manera de las cabezas tsantsas del Ecuador; todo el cuerpecito, del tamaño de dos puños uno encima del otro; cada pie, cada mano, una fracción del tamaño de la punta de un meñique; los ojos, abiertos, bien redondos.

Y con lo dicho no termina lo increíble. En la parte trasera del cráneo y del cuello y de la espina dorsal, hay una obvia evidencia de una operación quirúrgica anterior al achicamiento de la niñita; según opinión de médicos que >>>>>>>>