tener. Las calles tienen un fuerte sabor mal-llamado colonial; especialmente, se ve muchos ejemplares de los famosos balcones enclaustrados, desde donde se puede observar sin ser visto, para el uso recatado de las señoras y señoritas cuidando su virtud y honor, como se estilaba en otros tiempos.
Hoy, por lo que se ve en la calle, las señoras y señoritas están mucho más preocupadas en mostrar todas sus dotes naturales, todo su arsenal, en pantalones vaqueros y blusas transparentes, sin dejar nada, nadita, a la imaginación.
En el sitio donde nos estacionamos para orientarnos, cerca de la Plaza de Armas, estamos en incómoda intimidad con un cine de películas erótico-sadistas; la misma influencia cultural foránea vimos en un cine de Cajamarca. A veinte metros detrás de nosotros, hay un negocio de donde sale un calamitoso ruido rítmico a presión, ideal para dañar para siempre el oído de la juventud que se quiere moderna.
Trujillo nos servirá de centro de operaciones para familiarizarnos con otras dos de las grandes culturas pre-incaicas del Perú, la cultura mochica y la cultura chimú.
Sabemos que los restos chimúes se encuentran a un costado al norte de la ciudad, y que los restos mochicas se encuentran al sur de la ciudad. Si bien, según también sabemos, los Mochicas fueron primeros y luego vinieron los Chimúes, vamos a visitar primero el sitio chimú; y dejaremos el sitio mochica para cuando salgamos de Trujillo, siguiendo viaje hacia el sur.
Hay todavía tiempo, hoy mismo, para visitar Chan Chan, el sitio chimú. Ahí vamos, ya.
Vimos y aprendimos mucho más de lo que creíamos que íbamos a ver y aprender.
¿Cómo es, y cómo era, este Chan Chan? ¿Quiénes fueron estos Chimúes? La primera impresión visual del sitio chimú Chan Chan es difícil de explicar pero indudable. Los ojos ven claramente la pura verdad del estado calamitoso de los vestigios, sin embargo la sensibilidad se queda profundamente impresionada por la fabulosa extensión y complejidad de dichos vestigios, casi fantasmales. Así como cualquier cosa de calidad, aun cuando rota, decaída y sucia, sigue teniendo el sello de calidad, Chan Chan, en su presente estado totalmente ruinoso, sigue teniendo el sello de un verdadero centro imperial.
Quizás un detalle que le da la dulzura de la distinción es que todas sus aristas en toda su extensión y complejidad, tanto de muros como de adornos, son suavemente redondeadas y no sólitamente angulares.
Así que estas ruinas de Chan Chan hablan su propio recatado idioma. Y cuentan lo siguiente.