• Vistas realmente opulentas, infinitas. Kilómetro trás kilómetro.
• 3.500 metros de altitud.
• 3.600 metros.
• Empezamos a bajar. Siempre vistas grandiosas. Las cimas, aun las más altas >> y>escarpadas, se ven verdes, bajo su alfombra de pasto de páramo.
• Seguimos bajando.
• El camino se volvió bastante decente. Esa mujer, realmente es para no >>creerlo.
• En la grandiosidad de la topografía corrugada, vemos aparecer renovadas >>veces las nuevas vueltas del camino que tendremos que obedecer en los diez o
quince minutos siguientes.
• 3.200 metros, y seguimos deslizándonos por la inefable dulzura de un simple >>camino de tierra. Claro está que en primera o segunda como freno, pero sin >>sufrimiento físico o angustia mental.
• 3.100 metros. Entramos desde arriba en las nubes que, hasta ahora, teníamos >>debajo de nosotros. En vez de extensas vistas, capullo de niebla.
• Desde esta mañana, todavía ni un solo coche en este camino salvo el nuestro. >>Quizás mejor así, en esta angostura de cornisa. Ayer, en realidad, de El >>Tingo a Leimebamba, tampoco vimos una sola alma motorizada.
• 2.600 metros. Estamos debajo de las nubes.
• 2.400 metros. Primer movimiento en el camino otro que el nuestro: una >>topadora limpiando un derrumbe.
• Recién abarcamos con la vista otro fantástico despliegue de contorsiones del >>camino que nos esperan. Nos paramos para compenetrarnos de él. Vamos a medir >>en kilómetros y en minutos cuánto nos llevará hasta alcanzar la última punta >>visible desde aquí.
• Fueron 9,6 kilómetros en 36 minutos; lo que, de por sí, ilustra bien la >>topografía y el estado de este camino.
El precio de viajar en los Andes
• Seguimos bajando.
• Altitud, 2.000 metros, y más tremendas bajadas sin interrupción a la vista.
• El camino se puso otra vez malo, otra vez avanzamos a brincos.
• Las convoluciones del camino siguen estupendas, el paisaje, hermosísimo, si >>bien, así como en Colombia y Ecuador, no hay las típicas cimas puntiagudas >>que hacen el orgullo de tantas tarjetas postales de otros sistemas >>montañosos.
• Surgió otra preocupación: en la lejanía, está lloviendo. Si nos alcanza, >>¿qué pasará con este camino? Falta una hora para llegar al pueblo de Balsas.
• 1.700 metros; avistamos el Marañón a unos 800 metros más abajo, separando la >>cordillera que estamos bajando, de nombre Callacalla, de la cordillera que >>nos tocará trepar, de nombre Jelig.
• Por primera vez desde Leimebamba, y por lo tanto desde El Tingo, encontramos >>una alma motorizada.
• Parece que la lluvia se fue por otro lado.
• Llegamos a la vista de Balsas.
Fin de descifrado.