Sí, esta mañana estamos viajando - una palabra mejor sería arrastrándonos - hacia Cajamarca, y no podemos olvidar, con aprensión, que arrastrándonos a la inversa por el camino que, el otro día, terminantemente rehusamos recorrer por pelador de cubiertas; aunque, por ahora, no nos podemos quejar ya que, a veces, logramos alcanzar la alta velocidad de 30 kilómetros por hora.
Otra vez, podemos observar estratificaciones geológicas muy regulares, como ya notamos antes de El Tingo; pero ahora, después de haber visto Cuélap, se nos impone más la posibilidad de que el sitio de Cuélap fue elegido donde fue elegido con el explícito propósito de aprovechar estas estratificaciones comunes en esta zona y así ocultar cuanto posible la presencia de la ciudad fortificada, por otra parte, totalmente invisible salvo para quien está adentro.
Llegamos a la zona del pueblo de Santo Tomás.
A dos horas de marcha, por faldas a unos 2.600 metros de altitud que van por el nombre de Revash, se da otro caso más de creatividad funeraria; otra vez al abrigo de aleros rocosos; pero, en este caso, se trata de una idea un poco más difundida que las gangas antropomorfas - ya que la vimos materializada hasta en el lejanísimo Yukon - la idea de unas "casas para los muertos"; la diferencia siendo que, mientras que las "casas para los muertos" en Canadá están armadas de madera y pintadas, aquí, estas chullpas cuadrangulares están construidas de pequeñas piedras y mortero; y también están pintadas - de colores crema y rojo; lo curioso es que, a pesar de encontrarse protegidas por los aleros naturales, casi todas estas chullpas tienen su propio techo de dos aguas de mucho declive.
En cuanto a la diferencia en la construcción de las "casas para muertos", de madera en Canadá, de piedras chicas y mortero acá, no es sin interés notar que la misma diferencia existe en la construcción de casas para vivos, de madera u otro material endeble en Canadá, de mampostería, aunque sólo adobe sea, aquí, en el Perú.
Lamentablemente, como ocurre con casi todos los sitios arqueológicos, los cazadores de tesoros estuvieron aquí antes que los arqueólogos; desvalijar tumbas es más remunerativo que analizarlas; por lo que el interior y el contenido de estas casas funerarias ya están totalmente vandalizados.
La poca altura de estas habitaciones excluye la posibilidad de haber sido utilizadas, en algún momento u otro, como vivienda para personas vivas.
Estas casas funerarias pintadas serían en realidad una rama de la costumbre de construir chullpas, que existió también en otras partes del Perú.
Nos preguntamos por qué "chulpa" se escribe con doble ll.