ofreceríamos a todas las personas vinculadas de una u otra manera al diseño y a la construcción de carreteras, un viaje de turismo por esta trocha, con la seguridad de que para los participantes sería una experiencia de no olvidar en toda la vida, por más tiempo que vivieren.
Un cactus de la zona
Con todo así anotado y al día, envueltos por el silencio de la nochecita, como otros tomarían un cigarrillo, o tragarían alcohol, o se dedicarían a otro deleite nocivo, prendimos la radio.
~ En el ámbito local, otra vez, y todavía, tropezamos con más emisoras ecuatorianas que peruanas.
~ En las ondas cortas, nos enteramos de que hubo una entrevista entre el gobierno y la guerrilla de El Salvador. Primera noticia que, quizás, haga más fácil nuestra visita a dicho país en la última parte de esta Expedición.
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Esta mañana, el destino está marcado. No nos podemos echar atrás, no podemos pasar nuevamente por todo lo que pasamos en estos últimos días. No caben dudas: lo único que podemos hacer es seguir adelante.
Alcanzamos el pueblo de Luya.
El interés no está en el pueblo mismo sino a unos siete kilómetros, donde, en una alta falda, se encuentran monumentos funerarios, extraordinarios por la inventiva que tiene la gente para inhumar - si, en este caso, se lo puede llamar así - sus muertos.
Son monumentos funerarios antropomorfos en posición vertical. Después de lo de Tierradentro, hay que reconocer que es otra idea novedosa. Lamentablemente, todos estos monumentos funerarios fueron gravemente estropeados y, naturalmente, vaciados de su contenido. Pero el caso queda muy excepcional e interesante.
Cada uno de estos monumentos es una tumba individual. Los hay, tanto aislados, de a uno, como en grupos de dos, tres o más. Todos fueron erigidos al abrigo de aleros de rocas, lo que determina sus estilos individuales; en los casos de aleros altos, las formas antropomorfas están paradas, desprendidas totalmente de cualquier roca lateral, y llegan a tener hasta más de dos metros de altura; en los casos de aleros más bajos, que no ofrecen tanto espacio, el monumento antropomorfo es, por fuerza, mucho más bajito, y por consecuencia mucho más gordo y cilíndrico, y además adosado contra la roca, de la cual toma la forma; inclusive, bajo aleros muy reducidos, la cabeza, en vez de encontrarse en su posición normal como lo es sobre el cuerpo fusiforme de los monumentos más altos, se encuentra aplicada, en este caso, de manera muy poco natural, contra >>>>>>>>