Aquí, todas las casas son de adobe, pero - todas están pintadas; y ¿cómo puede ser eso, que, de repente, haya un pueblo donde todo el mundo pinta sus casas, mientras que, en tantos otros pueblos, todas las casas están en su estado más desprolijo? Simple caso de endogénesis, de auto cultura, de influencia de un grupo sobre sí mismo. En un caso, nadie pinta su casa porque nadie pinta su casa; y a nadie se le ocurriría que podría pintar la casa. En el otro caso, todo el mundo pinta sus casas porque ve todo el mundo pintar sus casas; y a nadie se le ocurriría no pintar su casa. Lo que, a nivel nacional, hace que una nación sea diferente de otra nación; o, más generalmente, que cualquier grupo sea como es, y diferente de otros grupos. Lo interesante es cómo empieza esta caracterización interna de un grupo que luego se mantiene, cuando no hay imperativos externos para ello - como no los hay, en este caso, de adobe pintadito.
En cuanto al trayecto, salvo una subida inicial de quinientos metros, del valle de Cajamarca a la cresta circundante, todo fue cuesta abajo, y cuesta abajo, y cuesta abajo.
Se vuelve impresionante viajar varias horas siempre bajando, siempre bajando y siempre bajando, y siempre en segunda; con curvas por centenares, con curvas en horquilla por docenas y docenas, con el camino doblándose sobre sí mismo tanto que muchas veces se veía cinco o seis tramos paralelos, pero cada uno a un nivel diferente, y conectados en sus extremidades con curvas cerradas. Naturalmente que este camino lo habíamos recorrido subiendo, yendo a Cajamarca, pero, por alguna razón, esta bajada nos resultó mucho más impresionante que la subida. Božka ventura que será porque, al subir, teníamos siempre la nariz contra alguna ladera, mientras que, al bajar, teníamos vista libre de las grandes profundidades y de las grandes extensiones. De todos modos, es una bajada ininterrumpida desde 3.200 metros al nivel del mar.
Bajando de Cajamarca: camino impresionante
Cerca, a unos veinte kilómetros de Chilete, hay el sitio arqueológico Cunturhuasi, o mejor Cuntur Huasi, o sea Templo del Cuntur, Cóndor. Tales sitios arqueológicos hay tantos en el Perú que, salvo para el estudioso especialista, por su propia acumulación, diluyen cualquier interés que podrían tener, y que, no infrecuentemente, tienen.
Este sitio de Cuntur Huasi sufre, como casi todos los demás sitios similares, del abandono y descuido par parte de las autoridades, perdiéndose, ya sea bajo campos de cultivos o en las malezas.
De todos modos, este sitio es conocido menos por su importancia propia que por las relaciones de estilo que tiene con la cultura chavín, una de las grandes culturas preincaicas y cuyo centro principal esperamos poder visitar. Por dichas relaciones con Chavín, Cuntur Huasi sería un hermano, o por lo menos primo, de muchos otros sitios, incluyendo el de San Agustín que visitamos en Colombia, que también tienen relaciones estilísticas con la famosa cultura chavín.