español english français česky

Llegamos de vuelta a Cajamarca justo al anochecer para pasar aquí nuestra tercera noche.

Como interés totalmente incidental de este viaje abortado, pudimos admirar, en ciertas laderas, campos arables - o por lo menos arados - con tanta variedad de colores como aquella variedad de las rocas que vimos, el otro día, en Ecuador; con el inhabitual detalle, aquí, de que el color de las chozas de adobe también variaba, de lugar en lugar, según el color del terreno mismo; así, se veía un campo totalmente negro con una choza totalmente negra, un campo rojo sangre con su choza toda sangre, y así con varios otros colores.



Aquí, el rojo sangre predomina

Y hay que ver la gente trabajando sus campitos empinados, con una yunta de bueyes y un arado de los más primitivos.

. .
*

Esta mañana, novedades.  Novedades, es lo que necesitábamos.

Acabamos de toparnos otra vez, por pura casualidad, pero cuán bienvenida, con un hombre que ya habíamos encontrado en dos oportunidades anteriores, también por casualidad, en distintos sitios de las carreteras.

Le contamos el aborto de ayer.

El estuvo de acuerdo que este camino de Cajamarca al pueblo de Tingo, cerca del cual se encuentran las ruinas de Cuélap, es muy malo, casi tan malo como aquel camino de Lambayeque por Chota hacia Cajamarca, que habíamos empezado pero no seguido. Y nos sugirió que se puede llegar al Tingo dando una larguísima vuelta para llegar desde el otro lado, desde el norte, pero por un camino mucho más suave, con más tierra y poca piedra. Habría que volver de Cajamarca a Pacasmayo, lo que tenemos que hacer de todos modos, pero en Pacasmayo, en vez de doblar para el sur, como eventualmente tendremos que hacerlo, tendríamos que volver a Chiclayo, a Lambayeque, y seguir hacia el norte hasta un pueblo llamado Olmos - o sea unos 190 kilómetros extra para empezar, pero de pavimento - siguiendo, luego, unos 360 kilómetros de tierra - una distancia todavía más larga que yendo directamente de este Cajamarca al Tingo, pero de un camino mucho más suave. En resumen, más paciencia de parte nuestra, pero menos castigo para nuestro vehículo.

Decidimos ir.

Emprendimos el regreso de Cajamarca a Pacasmayo en la costa.

Como no salimos muy temprano, llegamos solamente al pueblito de Chilete, donde estamos ahora y pasaremos la noche.