mencionada, batalla entre Huáscar retrocediendo de Quito hacia Cuzco y Atahualpa persiguiéndole.
* Y profundizando algo más aún el pasado, pero no mucho más, apenas unos cinco decenios, nos encontramos con una de las más frescas etapas del expansionismo incaico. Es que, así como antes de los Españoles había los incas, luego subyugados por los Españoles, antes de los incas había indígenas independientes, luego subyugados por los incas.
Y la recienteidad de dicha etapa específica del expansionismo incaico, precisamente por su fecha alrededor de 1480, durante el incanato de Tupac Yupanqui II, tiene el interés de ilustrar y subrayar que el imperio de los incas no era algo alcanzado y establecido en alguna antigüedad sino que estaba todavía incompleto y en plena formación cuando las sombras de Europa ya se cernían sobre América.
Otra ilustración de la recienteidad del aspecto final del Tahuantinsuyo tal como pasó a la historia es que Quito fue anexado por el incario recién en los años 1518-1520, durante el incanato de Huaina Cápac, o sea cuando Hernán Cortés ya estaba por aniquilar el Tenochtitlán de los Aztecas en 1522.
En cuanto a la cultura pre-incaica tema y víctima de esta referida etapa expansionista, fue la cultura chachapoya, en el territorio al este-noreste de Cajamarca, hacia el cual Cajamarca es el portal de acceso.
De los Chachapoyas, nada sabemos salvo que existieron y salvo que dejaron numerosas ruinas, algunas, por las escasísimas referencias que hay, grandiosas - sitios, como Gran Chivani, sobre un pico de 3.600 metros, cerca del pueblo de Uchumarca, a la misma latitud que este Cajamarca pero del otro lado del río Marañón; como Gran Pajatén, más al sur; como una zona de 15.000 hectáreas abarcando unos 40 grupos de ruinas, más al norte; y como, entre otros más, Cuélap, un sitio, de acuerdo a por lo menos una opinión, "espectacular", "más impresionante que Sacsahuamán", "con las paredes más formidables de América sureña precolombina", entiéndase precolonense; también, como todos los demás, del otro lado, más al levante, del Marañón.
Nos gustaría visitar ya sea el Gran Chivani o, mejor aún, Cuélap.
Si pudiéramos encontrar un arqueólogo ...
Encontramos dos. ¡Qué suerte!
Tuvimos la confirmación de la grandiosidad de algunas de las ruinas, en particular de Cuélap y del Gran Chivani. Y tuvimos la suerte de ver unas fotografías ilustrando unos rasgos sobresalientes de la ciudad fortificada de Cuélap: la defensa fenomenal de su puerta de entrada; una pared titanesca de >>>>>>>>