Sin embargo, sin que los Castellanos lo supieran, desataron una solapada ofensiva bacteriológica contra el propio inca del imperio apetecido: Huaina Cápac, último inca único de un imperio unido, muere de la viruela traída por los forasteros husmeando - aun cuando nunca tuvo contacto directo con ellos, sólo por intermedio de sus chasquíes trayéndole noticias de los merodeadores; con la consecuencia de la división del Tahuantinsuyo entre Huáscar y Atahualpa.
1528 - 1531
Pizarro en España.
Trata de conseguir los auspicios de Carlos V para la conquista del imperio. Y de paso se entera, de la boca del propio Hernán Cortés, cómo éste logró, poco tiempo antes, su despiadado aniquilamiento de otro gran imperio, el imperio azteca.
Las dilaciones en sus tratativas con Carlos V le resultan desesperantes; pero, sin que él lo sepa, en realidad le son una gran suerte: mientras tanto, los dos hijos del difunto Huaina Cápac, Huáscar, hijo legítimo, proclamado inca del sur, en Cuzco, por el propio último inca global Huaina Cápac antes de su muerte, y Atahualpa, hijo bastardo, proclamado inca del norte, en Quito, también por el propio último inca global Huaina Cápac antes de su muerte, se agotan mutuamente en una confrontación para apropiarse el dominio de todo el imperio; y, por añadidura, la viruela hace más estragos por doquier.
Incidentalmente, la confrontación entre Huáscar y Atahualpa no había empezado enseguida de muerto Huaina Cápac sino varios años más tarde, después de que Huáscar le hubiese pedido dos veces a Atahualpa que viniese a Cuzco, sin resultado, y entonces le hubiese ordenado que viniese - que fue cuando, por toda contestación, Atahualpa, bajo presión de sus familiares del lado materno, se autoproclamó inca global.
En la primera batalla entre los dos medio-hermanos, Atahualpa cayó prisionero de Huáscar; pero logró escapar.
Por otra parte, Huáscar no sólo no tenía el aprecio de su pueblo, porque tenía una personalidad por demás seria y ensimismada, sino que además tenía oposición de sus propios nobles, porque quería terminar con el culto de las momias, las que eran mayormente momias de los nobles.
1532
Pizarro, de vuelta de España; y hacia el Tahuantinsuyo, esta vez, para agarrarse.
Con su poderío, si hablamos con maravillada ironía, o con su atrevida debilidad, si hablamos con maravillado realismo, de cien hombres a pie y >>>>>>>>