\¶ En la segunda expedición, con más plata prestada, Pizarro sí llegó a Tumbes, pero recién después de casi ... un año de navegación nada más que para llegar ahí - y tuvo que volver sin haber hecho nada.
Lo fascinante es que, en el momento de este estéril debarque y re-embarque de Pizarro, en 1527, la confrontación armada entre el inca Atahualpa, de Quito, y el inca Huáscar, de Cuzco, que duró de 1528 a 1532, todavía no había estallado.
Este retroceso de Pizarro, en ese momento, parece la trama de un drama bien urdido, donde la mano del destino se quiere asegurar de que nadie se opondrá al cumplimiento de lo predestinado: ¿qué hubiese pasado, de haber aprovechado Pizarro este primer apeamiento para seguir adelante, y de haberse enfrentado con los dos incas a la vez, todavía no enemistados a muerte, todavía no debilitados - o, al contrario, de haberse aliado con uno contra el otro?
En esos tiempos, años y años antes del debarque final, con los Castellanos ya en Panamá y merodeando esporádicamente a lo largo de la costa, cada vez más cerca del Tahuantinsuyo, debió de ser en el Tahuantinsuyo una época idéntica a nuestra época de platos voladores con seres extraños; en el caso del Tahuantinsuyo, de islas flotantes con seres extraños, una época de rumores a la vez insistentes e incomprobables como nuestros rumores de platos voladores, hasta que, en la tercera expedición, la verdad se impuso: todo lo elusivo, efímero, no irrefutable pero tampoco refutable, había sido cierto; las islas flotantes se habían anclado, ya no se escurrían, y los extraños seres se movían en tierra.
\¶ Pero, esa tercera expedición, Pizarro no la pudo emprender - porque ya nadie le quería adelantar dinero - sino hasta después de haber regresado a España, ello mismo una pequeña expedición de por sí en aquellos días, y después de haberse pasado ... un año en España, tratando de obtener el apoyo directo del rey.
Y en esta tercera expedición, también parece haber la trama de un drama bien urdido por el destino para asegurarse de que nadie se opondrá al cumplimiento de lo predestinado: ¿qué hubiese ocurrido, entonces, de no haber ordenado Atahualpa, ya en manos de sus futuros asesinos castellanos, el asesinato de su medio hermano, el otro inca, Huáscar, y de haber dejado así una posible autoridad para enfrentar a los intrusos, ahora con la ventaja de ya conocer su perfidia?
Considerando cuánto debilitamiento estructural tuvo el tiempo de ocurrir en el Tahuantinsuyo precisamente durante los atrasamientos de Pizarro, estos atrasamientos, que Pizarro, seguramente, había considerado enojosísimos, en realidad habían sido totalmente a su favor.
De hecho, Atahualpa ya se encontraba en camino, de Quito a Cuzco, para celebrar su victoria sobre Huáscar debilitado cuando recibió la confirmación >>>>>>>>