problema cuando los apremia una necesidad natural. Cualquier pared, cualquier árbol les sirve, y a veces, incluso sin pared y sin árbol hacen sus cosas tratando de no mirar a nadie creyendo sin duda, como el avestruz, que así nadie los ve a ellos. Por otra parte, ¿por qué esconderse con una función perfectamente natural? ¿No es tal inocente proceder señal de madurez psicológica y no es más sano para la salud del cuerpo? Lo único que nos preguntamos es ¿cómo hacen las mujeres?
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Hoy, 28 de septiembre, después de muchas contrariedades, consideraciones, decisiones, puntuadas por tres nuevas llamadas telefónicas a Nueva York, se nos derrumbó la esperanza de tener una resolución positiva del problema de los documentos vespuccianos. Por la ineptitud, primero, de un empleado que no supo mandar los documentos a donde habíamos pedido que los mandaran, y por la estupidez, luego, de la burocracia vespucciana que ahora, con toda naturalidad, tiene exigencias como si estuviésemos dentro de Vespuccia aun cuando sabe muy bien que estamos fuera, decidimos viajar mañana a Miami y regresar, si Dios quiere, a Quito, pasado mañana. No es por nada que, hace poco, hubo un artículo en la prensa vespucciana denunciando la ineptitud de la administración de Migraciones, y no es por nada que, según el artículo, mucha gente le entabló y entabla juicios a la burocracia vespucciana por daños y perjuicios. Nosotros perdemos dinero y tiempo. Vespuccia perdió la respetabilidad de su eficiencia.
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\QT/ Estuvimos en Miami, dimos media vuelta, estamos nuevamente en Quito.
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Linda estupidez, fruto de la ineptitud e inabilidad ajenas de evitar y corregir sus propios errores.
Pero hubo un resultado incidental totalmente inesperado. La poderosa cristalización de impresiones comparativas entre los países anglo-sajones y los países latinos que vimos hasta ahora. Impresiones que no podrían recogerse con tanto impacto en un simple viaje de ida, de un mundo al otro, ni siquiera en un viaje de ida y vuelta, sin ya haber tenido de antemano conocimiento del otro mundo, como nosotros lo tenemos.
En orden cronológico, recibimos los siguientes impactos.
> Desde el avión mismo todavía en vuelo sobre Miami, vimos el gigantismo de una autopista de ocho carriles, parte de una red de otras autopistas de por lo menos cuatro carriles cada una.