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Más exactamente, en la práctica, la estación emisora hace correr por su antena una corriente eléctrica de características tales que produzcan una onda electromagnética de la frecuencia, e ipso facto de la longitud, que la emisora desea utilizar. Pero esta onda electromagnética emanando de la antena, por sí sola, está vacía; se propaga, pero nada transmite - es solamente una cinta transportadora vacía hacia las estaciones receptoras dentro de su alcance.

Entonces, la emisora traduce su programa, o sea voz y música, o sea sonidos, de las vibraciones acústicas a pulsaciones eléctricas - que no es otra cosa que traducir sonidos por medio de un micrófono en pulsaciones o conformaciones eléctricas para fijar éstas en una cinta magnética de grabación, salvo que, en este caso, estas conformaciones o pulsaciones eléctricas, la emisora, en vez de fijarlas en una cinta magnética, las injerta en la onda electromagnética emanando de la antena, o sea que la emisora modula su propia onda electromagnética; las siempre referidas amplitud modulada y frecuencia modulada.

Ahora, la onda electromagnética emanando de la antena se propaga ya no inmaculada sino modificada por el programa radial transformado en pulsaciones eléctricas, e influye con estas características la corriente eléctrica en la antena de cualquier estación receptora en su paso - de la misma manera y al mismo tiempo que esta antena receptora está influida por muchas otras ondas electromagnéticas moduladas proviniendo de otros orígenes.

Por esta concurrencia simultánea de ondas electromagnéticas moduladas desde varios orígenes, es necesario que la estación receptora se sintonice, o sea se armonice, específicamente con la frecuencia y/o la longitud de la onda electromagnética modulada que trae nuestro programa; y lo único que falta es que des-injerte las conformaciones eléctricas que representan el programa, de la onda electromagnética modulada que las trajo, y que las traduzca de vuelta a vibraciones acústicas perceptibles por oídos humanos.

Y la estación receptora puede ser cualquier "aparato de radio".

Claro que, en la práctica, la cosa es muy compleja; particularmente en la estación emisora, especialmente cuando la onda electromagnética, en vez de dejarse a su tendencia natural que es radiar en todas las direcciones - lo que, después de todo, es la substancia misma de la "radio"-difusión - está artificialmente apuntada  hacia una dirección limitada y exacta.  Una antena - mejor dicho una maraña de antenas - emisora de tales ondas dirigidas, requiere una complejidad de componentes con cálculos muy sabios y exactos, de sus largos, distanciamientos, orientaciones y ajustes eléctricos.

Hay que imaginarse que se trata de encajar con precisión inexorable la red visible de las antenas en la red invisible del tremendo mundo de las ondas hertzianas.