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encontró, en una quebrada lejos del núcleo incipiente de entonces, las hostias arrojadas por los ladrones - que fue señal suficiente para mandar la construcción de una capilla de desagravio en el sitio de las hostias arrojadas - entonces, en aquella quebrada muy apartada, hoy, muy dentro del conglomerado urbano.

± En el convento de San Agustín, su sala capitular tiene una importancia sin relación alguna con religión; es quizás el sitio de mayor importancia histórica de la América española porque allí fue que se firmó la Declaración de Independencia de Ecuador, el 10 de Agosto de 1809, siendo Ecuador el primer país hispano-americano en crear una junta de gobierno. Ello, empero, bien posterior a la declaración de independencia de las colonias inglesas, en 1773, colonias que, sin embargo, habían tenido una existencia mucho más corta, por haber sido establecidas por Inglaterra bien después de la iniciación de las colonias españolas.

± En una pared de la catedral, una placa cristaliza y perpetúa un caso de desprecio por una sociedad imperialista de una sociedad paraborigen; conmemora la "fundación de Quito" en 1534, naturalmente por los invasores, cuando, en realidad, un Quito autóctono ya existía antes de la invasión.

  Es cierto que de ese Quito pre-colonial nada queda, y ya nada quedaba salvo vestigios en el momento de la fundación del nuevo Quito por los Castellanos porque el cacique Rumiñahui había preferido quemarlo todo antes que entregarlo a los invasores, pero ese Quito había existido como capital de su región y como segunda capital en importancia del Tahuantinsuyo, y merece no ser olvidado.

± Otro ejemplo de desprecio de la cultura antigua por la cultura invasora se da en la cumbre de la loma El Panecillo, a un costado de la cual se encuentra el casco viejo. En dicha loma, solía haber un templo del Sol; ahora, hay una enorme, y no muy convincente, estatua religiosa.

Fue también esta visita al casco viejo de Quito una ilustración de que peligros no necesariamente se materializan en donde más se los teme, y sí pueden acometer donde menos se los espera, quizás precisamente porque uno está menos alerta. Después de haber sobrevivido sin inconveniente los muchos peligros, verdaderos o imaginarios, ya anteriormente anotados en lo que va de esta Expedición, aquí, en Quito, la capital sana, en la zona serrana, la más sana, de un país sano, por segunda vez la campera de Božka fue víctima de una navaja. Felizmente, con el mismo resultado que en el primer atentado: un buen corte de las varias capas de tela, pero nada robado. La primera navajada podía haber sido una excepción, gente de mala vida hay en todas partes, pero este segundo ataque de navaja en tan sólo la segunda vez que nos metimos en una muchedumbre, ya cambia el panorama por completo. Tenemos que agregar Quito a la lista de ciudades sospechosas.