español english français česky

técnica, en Vespuccia y Canadá recomiendan un cambio cada 12.000 kilómetros, y aquí insisten en un cambio cada 3.000 kilómetros; habrá que aclarar este punto.

(ºº) En el taller de enderezado, no hubo problemas.

(ºº) En el taller de electrónica, quisimos hacer arreglar dos de nuestros tres grabadores, uno de nuestros dos micrófonos, y uno de nuestros dos reductores de voltaje - lamentablemente, sólo uno de los dos grabadores se pudo arreglar.

Todo lo anterior, con un incesante contrapunto de preocupación por las cuatro cubiertas; todavía no las vimos, pero parece que ya están en Quito.

También llamamos otra vez a Nueva York; todavía ninguna reacción de la inercia del servicio de migraciones vespucciano; el asunto se está poniendo realmente apremiante, pero un amigo nuestro tomó la iniciativa, sin que siquiera se lo pidiéramos, de ir personalmente a las oficinas del caso; vamos a ver.



Teléfono público en Quito

Y todo lo anterior, rellenado, en cualquier momento disponible, por las transcripciones y otras tareas de escritorio.

Algunas observaciones incidentales.

 •⇔•  Las calles de Quito tienen sus problemitas.

→ Cuántas veces nos topamos con el misterio de calles sin nombre.

Cuántas veces nos encontramos metidos en una calle a contramano cuando no había señalización de contramano en la esquina donde doblamos.

Y qué pensar de carteles prohibiendo algo - pero en hermoso color verde, cuando la simbología universalmente acordada es de verde para permiso, o sea que, subconscientemente, uno ya ni se fija, y de rojo para prohibición, o sea que, subconscientemente, uno ya presta atención.

→ Un aspecto degradante de los cruces de calles se encuentra en las garitas para los agentes de tráfico porque, más que de plataforma para el agente, sirven de carteles publicitarios, lo que le da al agente y a su función un aspecto de opereta que no puede sino restarles respetabilidad; lo mismo que pasa con los retenes policiales en los países centroamericanos; la función pública tendría que tener suficiente dignidad para no pedir o aceptar limosna.

→ Un rasgo de las luces de tránsito quiteñas, irritante por su impacto en lo práctico hasta que uno se acostumbre, e irritante aun después por su estupidez, es que, para pasar de verde a rojo, pasan de verde a amarillo, luego nuevamente a verde, y finalmente a rojo; lo que, al principio, le causó >>>>>>>>