español english français česky

y a ver de más cerca qué pasa con las cubiertas y qué pasa con el documento vespucciano.

Estamos a más o menos la mitad de la duración calculada de esta Expedición, si bien a un poco más de la mitad ya, en términos kilométricos; y por mala coincidencia tenemos acumulados varios problemas, dos de los cuales no sabemos si son solucionables.

Decidimos quedarnos en este agradabilísimo sitio el resto de este día, y pasar aquí la noche.

. .
*

Esta mañana, la fragancia de los eucaliptos sigue tan violenta como en el primer instante, pero sí desapareció el Chimborazo; aquel que viaja por aquí esta mañana, bajo el hermetismo de las nubes, no sabe qué podría ver y no ve.

Ciudad de Ambato. Apenas menos mediocre que Riobamba, gracias, esencialmente, a su ubicación ondulante cubriendo las laderas de varias colinas; también será esta topografía la razón por qué Ambato es una de las pocas excepciones al plan cuadricular de las ciudades españolas latinoamericanas, debiendo las calles por necesidad adaptarse a las irregularidades del terreno.

Por otra parte, parece que Ambato es un famoso lugar de partida de buscadores de tesoros incaicos perdidos.

El imán mágico que atrae dichos buscadores es la zona de Píllaro al noreste de Ambato, zona marcada por la legenda como de uno de los tesoros incas; éste, según Valverde, estaría escondido en un lago al pie del cerro Hermoso en las sierras de Llanganati.

Nos corrimos unos pocos kilómetros hacia el sureste de Ambato, hasta el villorrio de Salasacas. Por ser domingo, hoy había feria, pero muy diminuta para no decir raquítica.

En seguida se nota una presencia inhabitual del color negro; mucha gente lleva largos ponchos totalmente negros, especialmente los hombres - las mujeres tienen alguna parte de su indumentaria de color negro. ¿Por qué? Algunos explican que es una costumbre "de antes"; otros, más versados en el origen de la costumbre o más dispuestos a divulgarlo, explican que todavía están de luto por la muerte de Atahualpa a manos de los invasores traicioneros españoles; y no es ésta una costumbre que sobrevive solamente entre algunos ancianos; vimos criaturas de tres o cuatro años luciendo su diminuto ponchito negro.

En la salida de Ambato hacia el norte, probamos durante varios kilómetros la sensación de las antiguas carreteras de puro adoquinado que eran las únicas hasta no hace tanto tiempo atrás.