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Mientras nos estábamos arrastrando lentamente cuesta arriba, se nos cristalizaron en la mente, globalmente, todas las debilidades que fueron apareciendo y acumulándose recientemente en el vehículo.

Hace algo de dos o tres semanas, el silenciador empezó a picarse, y ahora > necesita arreglo urgente.
→ Nos preguntamos si hay bastante grasa en las puntas de los ejes delanteros.
→ Se escucha un golpeteo raro en lo que podría ser el disco de embrague cuando >>el motor anda en neutro.
→ Esta tarde, los frenos empezaron a chillar nuevamente.
Seguramente hace falta el dichoso cambio de aceite pendiente desde Bogotá, >>un engrase, un cambio de filtros - de aceite y de nafta.
→ Ah sí, y también hará unos quince días, al hacer marcha atrás por un terreno >>fuera de camino, de noche, una rueda de atrás se cayó en un hoyo, de poca >>superficie pero de bastante hondura, de manera que el peso del vehículo se >>asentó en el paragolpe trasero, el cual ahora está algo torcido y necesita >>arreglo.

Se nos impuso la idea de que, quizás, de Riobamba, en vez de ir a Puyo, etc., sería mejor ir directamente a Quito, para poner las cosas en orden, y luego aventurarnos por las zonas marginales de Puyo, etc.  Tal vez.  Vamos a ver.

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Nos despertamos todavía en la oscuridad y con algunas estrellas atrasadas; pero rápidamente está clareando una madrugada fresca y que será soleada.

Anoche, mientras cenamos, tuvimos nuestra película cómica particular que se podría haber llamado El Retiro de las Gallinas.

Fue a la vez interesante y humorístico ver las varias gallinas y los dos gallos del rancho cerca del cual nos habíamos instalado ir escalando, rama tras rama, un árbol bastante elevado; quedándose en cada rama para un detenido examen previo, por medio de laboriosos movimientos del cogote y de la cabeza, de las varias ramas superiores disponibles antes de dar el salto siguiente; luchando a veces con un equilibrio por demás inestable en una rama por demás flexible. Finalmente, todas las gallinas se amontonaron una contra la otra en una rama casi cerca del tope del árbol.

Pero el gallo - el único que habíamos visto hasta entonces - no se pudo conformar con tan simple dormitorio y siguió escalando en procura del tope mismo del árbol hasta que, finalmente, llegó gloriosamente a la última ramita - en el instante que fue su último instante en el árbol porque en la fracción de segundo siguiente se desencadenó un remolino de plumas, una cacofonía de >>>>>>>>