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Quizás porque recorríamos la zona por segunda vez, pudimos percibir cosas que no percibimos la primera vez; en esencia, la extraña coexistencia de general subdesarrollo y de fineza gramatical.

Es subdesarrollo obligar el tráfico a parar por medio de jorobas transversales a la carretera; es subdesarrollo ni siquiera señalarlas para que los viajeros no rompan algo en sus vehículos; es subdesarrollo construir estas jorobas transversales aun en sitios donde la superficie misma de la carretera es una pista de obstáculos ininterrumpidos; es subdesarrollo, los carteles de indicaciones viales totalmente inutilizados y cubiertos por papeles pegados en ellos con lemas generalmente políticos; es subdesarrollo, tantas paredes de cualquier tipo de edificio, cubiertas de grandes proclamaciones, también generalmente políticas, con pintura y brocha gorda; ¿qué derecho tienen los políticos a arruinar la propiedad de los ciudadanos? Ninguna de las susodichas cosas se vería jamás en Canadá y Vespuccia.

En contraste con lo anterior, muchos carteles, y carteles caseros, proclaman una gramática refinada. No "se venden" pollos, sino que "se vende" pollos. No "se arriendan" cuartos, sino que "se arrienda" cuartos.

Finalmente, tomamos el nuevo camino para ir subiendo la Cordillera otra vez. Esta subida, por lo menos, resultó mucho menos dura que las otras que enfrentamos anteriormente; en realidad, lo podríamos haber visto de antemano por la densidad de las curvas topográficas de nivel en nuestro mapa - mucho más densas en aquella bajada, y más espaciadas en esta subida.

Lo malo es que, en esta vuelta, encontramos tantos trechos tan malos que nos preguntamos cómo podía haber sido peor la Panamericana que quisimos evitar. Tenemos que rendirnos a la evidencia de que, salvo la ruta desde la frontera con Colombia a Quito, las carreteras ecuatorianas son bastante malas. En realidad, increíblemente malas, porque ¿cómo se explica una carretera con tramos de centenares de metros perfectamente lisos, y de repente, sin la menor lógica y la menor advertencia, tremendos pozos que no se puede pasar sino a paso de babosa?

El único beneficio de esta gran vuelta para, supuestamente, no castigar el vehículo en la Panamericana - ya que éste está recibiendo su castigo igual - es que estamos conociendo otro lado más de la Cordillera ecuatoriana, con hermosísimas y grandísimas vistas, siempre cambiantes, siempre aunándose las unas a las otras, de manera que ninguna fotografía podría reproducir la realidad cabalmente.

Nos alcanzó el atardecer bien antes de Riobamba. En verdad, no sabemos exactamente dónde estamos, salvo qe estamos en el medio de hermosos paisajes. Nos paramos al borde del camino, cerca de unos ranchos de Quechuas para pernoctar.