/ Por las piedras, el vehículo no puede levantar velocidad; siempre en primera, siempre subiendo. Entramos en neblina. Neblina cambió a llovizna. El camino se está poniendo cada vez más mojado. Las piedras, en vez de ser enemigas, ahora se volvieron amigas. Llovizna cambió a lluvia. ¿Será solamente aquí que llueve, o también lloverá en los bajos que, sabemos por el mapa, nos esperan? Siempre subiendo. Alcanzamos 3.400 metros. Ni siquiera se puede admirar el paisaje, que se veía hermoso antes de la neblina. Empezó una bajada. Siempre despacito, siempre en primera. A ver si saldremos de la lluvia y neblina.
¯\ 2.700 metros. Seguimos bajando. Sigue lloviendo, y el mal camino, y la lentitud. ¿Vale la pena lo que emprendimos? No sabemos si vamos a ver algo. Nos compramos un boleto de lotería.
¯\ 2.600 metros. Se levanta un poco la neblina. Entrevemos que seguimos en un terreno de desfiladeros con ramificaciones; con hartas cascadas - algunas, de decenas de metros. El agua que cae parece más volumen de lo que es porque cuando vuelve a correr como un arroyo, no es tanta.
¯\ 2.500 metros. Algunas palmeras aisladas. La bajada está muy empinada y con muchas curvas. Siempre con camino pésimo. La velocidad sigue en los veinte kilómetros por hora. A menudo, menos.
La ruta
¯\ 2.200 metros. Dejamos la neblina lejos encima de nosotros. Se la ve sólo como lenguas en las partes bajas de las nubes. Dejó de llover. Por momentos, la velocidad aumenta de un 50/oo hasta treinta kilómetros por hora. La velocidad no la pone el chófer, la eligen el camino y el coche, de común acuerdo; salvo cuando se trata de cruzar las tablas de madera que hacen de puentes. Vegetación volviéndose más lujuriante, como ya la vimos en otras zonas cálidas y húmedas. Otra vez, camino peor, otra vez veinte kilómetros por hora, o menos. Abundante vegetación. Muchas cascadas, desde decenas de metros a decenas de centímetros de caída.
¯\ Después de una eternidad, bajamos a 1.400 metros; y siguen apareciendo otra vez y otra vez las profundidades de nuevos valles en V debajo de nosotros. Perfecta descripción del terreno, al divisar unas vacas: tienen que tener pies de cabras.
¯\ 1.100 metros. Salió el Sol. Por fin, llegamos al pueblo conocido por los mapas como Plaza Gutiérrez, pero conocido por la gente, más simplemente, como Limón. La topografía se volvió más misericordiosa. El camino, a veces, menos malo; a veces, corremos a la gran velocidad de cuarenta kilómetros por hora.
¯\ Aldeíta de Logroñó; muy agradable vista - que tanto falta en los demás pueblos y pueblitos, especialmente los del ambiente tristemente gris de la costa - vista de casitas pintadas, cada una de otro color; nos hace pensar automáticamente en Inuvik, en la lejanísima costa ártica de Canadá.