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Mañana fue ayer. Tampoco hubo tiempo ni de pensar en anotaciones.
Hoy, tercer día en Guayaquil, y día de salida, tenemos que tomarnos el tiempo de condensar estos días pasados en las siguientes anotaciones.
El camino desde la zona de El Real - Pechiche a Guayaquil es de asfalto, pero del tipo de asfalto que requiere un pie marino, o mejor dicho un estómago marino. Es increíble lo ondulada que puede ser una superficie teóricamente llana de asfalto.
A mitad de distancia, la sequía - que imperaba a lo largo de la costa salvo en las regiones de humedad enclavadas ya anotadas - cedió el paso definitivamente a un ambiente húmedo, de inmediato aprovechado para agricultura.
Así llegamos a la ciudad que honra al cacique Guayas y a su mujer Quil, que se suicidaron antes que entregarse a los invasores españoles. Parece que, en lo que, hoy, es Ecuador, la gente prefería con gloria morir si no podía vivir con gloria. En Quito, el cacique Rumiñahui prefirió quemarlo todo antes que entregarlo a los asaltantes españoles.
\gq/ Teníamos la información de que, en el Cabildo, se encontraba un tótem >>>>> apodado Palo de Brujo. Nos enteramos de que dicho tótem fue transferido a un museo municipal recientemente inaugurado. En éste, encontramos el Palo, tirado en el suelo como para que no se pudiera ver más que la mitad de su circunferencia, y, por colmo, contra una pared, como para que no se pudiera ver más que un cuarto de su circunferencia; y, por colmo, difícil de observar en la penumbra al pie de unas ventanas y contra la claridad de las ventanas.
De todos modos, no hay que dejarse llevar por la imagen habitual de un tótem como tronco bastante derecho, a veces gordo, a veces esbelto, pero nunca flaco, tallado con figuras bastante amplias, a la manera del oeste de América septentrional. Esta obra es un tronco muy largo en relación con su escaso diámetro, y tiene todas las irregularidades de un árbol en un bosque; además, su tallado es mucho más confuso, más difícil de captar, que los tallados de los demasiado paradigmáticos tótemes visi-norteamericanos. De manera que el apodo de Palo de Brujo, al esquivar la limitativa iconografía habitual, parece describir mucho mejor la realidad visual. Y quién sabe si este palo tallado tenía realmente la función de tótem o si tal denominación es solamente un pintoresco invento. De todos modos, no se trata de una reliquia, de alguna >>>>>>>>