/\ Efectivamente, la cámara se coloca en un bípode, o sea, colgando dentro del ángulo formado por dos larguísimos palos, a unos nueve metros de altura - pero el bípode empieza en una posición acostada en el suelo, y su cambio a posición vertical se parece más que otra cosa a una doma de potro: dos personas mantienen los pies del bípode, una tercera persona, un hombre fuerte y joven - con una soga atada, en una punta, al ángulo del bípode y, en la otra punta, alrededor de su propia cintura - jala y tira como quien trata de dominar un potro o un toro; cuando el bípode llega a su posición vertical, otro hombre, del otro lado y por los mismos medios de soga, empieza a hacer fuerza en sentido contrario para que el bípode no se vaya más allá de la vertical; con los dos hombres haciendo fuerza en sentidos contrarios, las dos personas que mantenían los dos pies del bípode se alejan y lo observan de perfil para asegurarse, por una plomada que cuelga del centro del bípode, que éste está bien vertical.
La cámara, allí arriba
/\ Así las cosas, con un larguísimo disparador de aire comprimido se toma varias veces una fotografía.
/\ Luego, se repite la misma empresa, a intervalos de unos dos metros en el piso, para lograr una secuencia de fotografías con bordes encimados, de la cual, eventualmente, se compondrá una gran fotografía compuesta.
Viendo cómo la punta del bípode y, por lo tanto, la cámara, se movían por la flexibilidad natural de tan alto artefacto y por el viento, a pesar de los esfuerzos del equipo, nos preguntamos qué nitidez se puede lograr en las fotografías, pero se nos aseguró que la logran bastante buena.
\_ Vimos algo que nos fue presentado como una primicia notable: la zanja de la fundación de una casa cuadrada, mientras que lo común es la forma redonda.
\_ Vimos, a unos 80 centímetros debajo del nivel del suelo presente, una capa de conchas marinas, pedazos de cerámica, y unos huesos, en otras palabras, el piso de una vivienda en tiempos cuando la altura del suelo se encontraba a dicho nivel.
\_ Vimos un corte explorando un antiguo basural, pura delicia de arqueólogo, pero, al mismo tiempo, uno de sus mayores dolores de cabeza, por estar compuesto el basural de masas amorfas apiladas sin relaciones lógicas entre sí, lo que a nosotros nos parece perfectamente lógico en un basural.
¡Cuánto tiempo se quedó una arqueóloga, sentada ante ese pozo, rumiando qué podía ser cada una de las masas de diferentes colores en el basural, y cómo continuar la excavación para sacarle el mejor provecho; y cuánto tiempo se pasó otra arqueóloga, con centímetro, piola, nivel de burbuja, papel milimétrico y lápiz en mano, y mucha paciencia, para registrar para la posteridad cada nuevo perfil, y en varias direcciones, de la excavación del >>>>>>>>