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pero recién ayer sacada de la tierra. Ayer, domingo, el hombre aprovechaba el tiempo para cavarse un pozo negro cuando dio con la cabeza y la rompió, creyendo que era una piedra.

Nos contó cómo, años pasados, ya había sacado cualquier cantidad de huesos de su patio, y nos comentó que no hay patio o casa en el pueblo que no haya tenido y muy posiblemente que no tenga, ahora mismo, algún muerto esperando, a pesar de las enormes cantidades que ya se había sacado.

Recién, cuando estábamos deambulando un poco más, fuimos parados dos o tres veces para ser sometidos a más ofertas de antigüedades. Parece que esta Valdivia podría llamarse el Muzo de los huesos y de las cerámicas. Así como en Muzo todo el mundo parece estar conectado de una manera u otra con esmeraldas, aquí, todo el mundo parece estar conectado de una manera u otra con antigüedades. Qué proporción hay entre las esmeraldas verdaderas y falsas de Muzo, y las antigüedades verdaderas y falsas de Valdivia, no sabemos.

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Nos despertamos, esta mañana, por indeterminada vez - se podría sacar la cuenta exacta por nuestras notas, pero es la impresión que vale - con una cobertura, ya ni se puede llamarlo cielo, herméticamente sellada, inmóvil e inamovible de horizonte a horizonte por donde se mire. Ya ni se sabe por dónde aparece el Sol, o por dónde se va. Al amanecer, se expande la claridad sin que se sepa de dónde viene; al atardecer, se insinúa la oscuridad sin saberse por dónde viene. No hay sur, no hay norte, no hay este, no hay oeste. Creer que hay un cielo, allí arriba encima de esta capa nebulosa, empieza a ser un acto de fe.

»  Nos viene naturalmente la pregunta si hay, en algún otro sistema estelar, algún planeta siempre y para siempre envuelto en una nebulósfera, de manera que sus habitantes, no hayan visto jamás, de generaciones en generaciones, más allá de una cobertura gris como tenemos aquí; no tengan noción de algún mundo fuera de su nebulósfera; no hayan visto jamás el cielo azul, una salida de Sol, una puesta de Sol, nubes flotando, nubes cambiando de formas; no sabrían de dónde les viene la luz de cada día y por qué se les va cada tantas horas; no tendrían la más mínima noción de las estrellas, de las constelaciones, de la Luna; no tendrían la noción de espacio por lo menos aparentemente infinito; ni se preguntarían su sitio y papel en el universo porque no sabrían que hay un universo.

»  Una realidad ridícula, sería fácil decir; pero aquí, para nosotros, debajo de este cielo literalmente raso desde no nos acordamos cuándo, y con muy poco esfuerzo para olvidarnos de nuestra percepción del universo acumulada anteriormente, nos es muy fáсil imaginarnos tal situación.  No es esta costa >>>>>>>>