Pensábamos encontrar un museo, que sabíamos que existía; pensábamos ver y aprender algo interesante por el cura local, que sabíamos que tenía objetos arqueológicos de la zona; esperábamos que quizás se podría ver todavía, por lo menos el sitio donde se había encontrado las huellas de aquella casa de 2.300 a.C., o quizás otros restos.
Encontramos un pueblo tristemente despojado y vaciado de cualquier vestigio arqueológico que pueda haber tenido.
Y aprendimos lo siguiente.
>- Valdivia, a más de haber sido de gran importancia teórica en la historia arqueológica inicial, también fue de gran importancia en su época de florecimiento antiguo, por la pura cantidad de gente que vivió en la zona; y consecuentemente, también lo es en lo presente, por la pura cantidad de restos, especialmente de sepulturas, encontrados.
>- Cuando salió a luz que esta zona era zona arqueológica, salió a luz que prácticamente todo el pueblo reciente estaba construido sobre un antiguo cementerio indígena de miles de años de antigüedad; el camino también, naturalmente, pasaba por encima del cementerio, y los muertos tenían que aguantarse el tráfico encima de ellos con una escasa capa de tierra de protección.
>- Entonces, se incendió una fiebre de los huesos y de las cosas de la antigüedad, desde la pura investigación científica hasta la pura piratería
>- Naturalmente, todo lo producido por la piratería fue desapareciendo a medida que se iba excavando.
>- En cuanto a investigación, laudablemente, se construyó un museo para guardar las piezas más representativas estudiadas por los arqueólogos; el museo, lo vimos, o mejor dicho, vimos sus cuatro paredes y el portón de entrada, y todo abandonado, cerrado, vacío: de las piezas de interés encontradas por los investigadores, algunas fueron desapareciendo en seguida, llevadas a otras partes, y algunas, primero, fueron rescatadas para el museo pero, eventualmente, también fueron desapareciendo de a poco.
Por otra parte, el museo estará vacío, pero guarda en sus cimientos conocimientos arqueológicos insospechados. Resulta que, según nos contó el párroco, cuando se hacían las investigaciones y se había resuelto edificar el museo, un buen día, cuando los investigadores no estaban, se les ocurrió a los constructores del museo empezar su trabajo - y no encontraron mejor sitio para empezar a echar su cemento que en el lugar mismito donde se llevaban las investigaciones principales.
>- Así que, hoy, en Valdivia, no queda nada, nadita, conocido - salvo una reliquia de reliquias, que encontramos en el patio detrás de la casa de un carpintero y de su hijo pescador.