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  La segunda influencia enfriadora adicional es el mecanismo siguiente. Al ir acumulándose el agua caliente barrida hacia Nueva Guinea por encima de las aguas más frías de aquella zona, parte de esta agua más fría, por ser más pesada, se va al fondo del océano, y como tiene que fluir a alguna parte, fluye, por corriente subsuperficial, hacia donde agua falta, que es precisamente el Pacífico americano, contribuyendo a enfriar más el agua de este lado del océano.

 Meses más tarde, en noviembre, deja de moverse la atmósfera, o sea dejan de soplar los vientos alisios, por cuanto el exceso de agua recalentada acumulada del lado asiático no tiene otro remedio que precipitarse de vuelta hacia América - y seguir calentándose en camino.

De manera que, frente a la costa ecuatoriano-peruana, ya a fines de noviembre, principios de diciembre, empiezan a llegar masas de agua, físicamente tan poderosas que desplazan parcialmente la corriente costera Humboldt, y tan calientes que, en contacto con las aguas enfriadas por las tres razones susodichas, producen exceso de evaporación del mar, y tormentosa acumulación de nubosidad.

 De manera que empiezan lluvias; y como las primeras ocurren alrededor de la Navidad, son las lluvias del Niño Jesús. Principio de la época que, en años normales, es de lluvias normales, a extenderse hasta mayo.

 En junio, frente a las costas surecuatoriana y norperuana, el ciclo anual empieza de vuelta.

  Pero hay años, por razones que todavía falta elucidar,

cuando el nivel del océano del lado asiático aumenta no de entre 10 y 20 >>centímetros sino de 50 ó mas centímetros;
• cuando la ambitura aumenta no de 2 ó 3ºC sino de 5ºC o más;
cuando el agua regresa de Nueva Guinea, empujada además por vientos en >>su misma dirección o sea con tanto mayor ímpetu;
• cuando el avance del océano causa marejadas en la costa;
• cuando llueve doble o triple de lo normal;
• cuando ocurre devastación de todo tipo;

• y cuando salen al mundo noticias del terrible Niño.

  De manera que Niño, en realidad, hay cada año; pero, en un ciclo incierto, de acaso alrededor de diez años, surge y castiga un Niño catastrófico.

  Además de las devastaciones en Ecuador y Perú, es sobrecogedor enterarse de que este fenómeno, ya tan gigantesco de por sí, tiene derivaciones planetarias; y esto no quiere decir el Darién, quiere decir Africa del Sur, México, Australia. Siendo curioso - o quizás siendo solamente lógico - que los >>>>>>>>