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[Nota incidental nuestra. Este zigurat se encuentra razonablemente cerca al norte de los marcadores ecuatoriales de Calacalí y de San Antonio; y otro zigurat se encuentra en Cochasqui, entre Guayllabamba y Cayambe, también razonablemente cerca del ecuador. ¿No pueden haber sido primitivos marcadores de la división ecuatorial?]

   E/ Contactos lejanos desde el Pacífico.

• Así como se encontró, en otras partes de América, otros indicios de contactos extra-continentales, se encontró, en Ecuador, tiestos de vasos, de formas y decorados idénticos a formas y decorados existentes solamente en la isla más meridional del Japón, Kyushu, bajo la cultura jomón, de ... 3000 a.C. Es imposible distinguir entre los tiestos de Valdivia y los tiestos del Japón. Además, cerámica tan evolucionada apareció aquí, en Ecuador, de repente, sin antecedentes evolutivos locales.

• Y nos instó el padre-arqueólogo a ir al Museo de Arqueología de Quito, a sorprendernos con artefactos de pura evocación asiática.

• Finalmente en el renglón transpacífico, hay ponencias - evidentemente muy poco del agrado de los cultores del poblamiento de América únicamente por el estrecho de Bering - que hay indicios de inmigraciones a Ecuador, así como los hay a otras partes de América, desde Polinesia, Melanesia, Australia, y Asia meridional.

   F/ Contactos lejanos desde la cuenca amazónica.

Un tema todavía muy deshilvanado pero con suficientes indicios adquiridos para merecerse más investigación.

→  Por una parte, fuertes indicios de un movimiento de poblaciones, desde el bajo río Amazonas, empezando en 3000 a.C., en abanico en todas las direcciones entre el suroeste y el noroeste, lo que bien podría haber alcanzado Ecuador.

→  Por otra parte, firmes evidencias cerámicas de parentesco entre sitios ecuatorianos y sitios amazónicos en la más amplia escala.

→  A no confundir, estos movimientos, estas migraciones, ni con el cráneo de 28.000 a.C. del norte de Ecuador ni con el cráneo de 32.000 a.C. del sur de Ecuador, encontrados, por casualidad, respectivamente en los putativos corredores norte y sur de los movimientos demográficos de 3000 a.C.

Y es en esto que el padre-arqueólogo está trabajando ahora; mañana, justamente, va a salir para la selva amazónica ecuatoriana y quedará enclaustrado en ella unos treinta días siguiendo su olfato y sus deducciones de arqueólogo veterano.

Qué encanto y qué estímulo cerebral es escuchar un experto hablar de sus conocimientos, cualquiera sea el campo.