el marcador agigantado, o sea en San Antonio; y el marcador viejo llegó a encontrarse en Calacalí porque fue desmantelado y mudado piedra por piedra de su sitio originario, y reconstruido en Calacalí, hace unos cuatro años, justamente para dejar su lugar al nuevo marcador gigante.
Segundamente, según esta fuente, todos estos tres marcadores serían correctos. Sorpresa - si bien ya no estamos seguros de nada - en directa contradicción con la noción, que parece indudable, de que el sitio del primer marcador cronológico e histórico, cualquiera fuere éste de estos tres, se encontraba y se encuentra a centenares de metros fuera de la nueva línea que, por el cálculo más reciente, se cree, ahora, ser el ecuador real y verdadero, por lo que, por lo menos uno de los tres sitios actuales, debe de estar forzosamente equivocado. ¿Entonces?
Se nos fue la tranquilidad intelectual pero se nos agudizó el instinto cazador de rastrear la verdad verdadera; si tenemos el tiempo, y tendremos que tenerlo, nos buscaremos alguna autoridad máxima para aclarar, y poner punto final a, esta confusión - por lo pronto, es increíble que personas que, por la posición que ocupan, tendrían la obligación de saber los datos correctos, solamente se contradicen; nos hace pensar en las confusiones oficiales en cuanto al incendio y al saqueo por Morgan del Panamá Viejo.
Y ahora, también de manera totalmente imprevista, vamos a visitar una ruina precolonense de la cual nadie habla, a unos escasos cuatro o cinco kilómetros del más afamado Medio del Mundo, y de la cual acabamos de enterarnos por pura casualidad.
Se trata de un pucará, magníficamente emplazado en una loma, escarpada por un lado, más suave por el otro, en el medio de un amplísimo valle entre las cordilleras lejanas. A más del interés de su existencia misma, tiene el interés de ser casi una primicia: recién en 1976, literalmente salió el pucará a la luz del día, cuando las autoridades decidieron salvar lo que se podía salvar de un sitio totalmente devastado y arrasado por buscadores de tesoros. Los trabajos de excavación y de restauración quedaron, por ahora, solamente en un 50/OO; pero, de lo que se puede ver, es obvio que se trata de una estructura extensa y compleja.
Consta de tres o cuatro terrazas, cada una en receso de, y más elevada que, la anterior, aprovechando y adaptando la natural curvatura de la loma. Simetría de construcción no es lo que impera: el recinto exterior tiene una periferia de total fantasía, probablemente adaptándose a la topografía, y, adentro, sigue la variedad; hay un recinto de cada una de las siguientes formas: circular, trapezoidal, semi-circular, cuadrada, rectangular.
Por lo descubierto hasta ahora, se estableció que el sitio fue ocupado en dos etapas; primero, por un pueblo originario de la zona, y luego, se dice, por los invasores incaicos, constructores de este pucará como sitio fortificado - si bien de la famosa cantería incaica, a la vista nada hay.