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Así que he aquí otra razón para quedarnos en Quito, encimándose con la cuestión del consulado vespucciano.

Contamos estos detalles, así como contamos los problemas de los frenos y otros, para que, dentro de años, cuando nos acordaremos solamente de lo bueno, la lectura de nuestras notas nos haga recordar que no todo siempre fue fácil, que, para semejante empresa, hace falta perseverancia, inteligencia, suerte, dinero.

Fuimos a hablar, una segunda vez, con el médico mayor del ejército ecuatoriano. Nos amplió un poco las informaciones referentes a la cueva misteriosa, pero tal vez obtengamos todavía más informaciones, así que nos vamos a abstener por ahora.

Y aprendimos la novedad de que nuestro marcador del ecuador, aquél donde pasamos las tres noches, no es el único marcador del ecuador, que hay otro, anterior, de ubicación equivocada, así emplazado en base a los sabios, pero algo erróneos, cálculos de ... una comisión científica franco-española del siglo XVIII.  En San Antonio de Pichincha.

He aquí algunas observaciones varias.

* Los billetes de banco ecuatorianos tienen una particularidad que no nos acordamos haber visto en otros países: todos, de cualquier valor, tienen un lado de un mismo color, gris, y cada valor tiene su otra cara de un color que le es propio, así que, de un lado, tenemos siempre gris, y del otro, tenemos, cambiando, rojo, o verde, o azul, u ocre; y todos, como ya vimos en muchos países, made estrictamente in extranjero.

* También en Quito, y por ende en Ecuador, como vimos ya en otros países, se da la insidiosa colonización cultural por invasión tecnológica; ya mencionamos la venta de "gasolina" por "galón".

* En el mercado, compramos leche, pero no pudimos comprar una medida exacta, clara, científica, como sería 1.000 centímetros cúbicos, o sea un litro, o quizás 500 centímetros cúbicos, o sea medio litro, tuvimos que comprar, a la fuerza, 946 centímetros cúbicos - aceptando un atropello antiguado y foráneo a nuestro sentido de armonía científica y de cultura para poder llenar nuestra panza; pero, por lo menos, estamos conscientes de la situación, le estamos impermeables, no nos causa ningún daño, solamente desdén, mientras que las masas van siendo carcomidas sin darse cuenta por la infiltración; y acaso lo encuentran todo muy moderno y de gran gusto.

  Aun con una compra que se puede hacer todavía en kilogramos o en litros, el pueblo tropieza en las cajas registradoras con palabras foráneas que no entiende y no tiene por qué entender, como amount, sale, and so on - perdón - etc.

  No se entiende por qué un gobierno nacional, que tiene que velar por la nacionalidad de una nación, no obliga a los vendedores extranjeros, si es que >>>>>>>>