Y siempre más hacia el sur. Hacia Ecuador y el ecuador. Cuestión de un par de días para la frontera, si Dios quiere.
Aproximándonos al pueblo de El Bordo, por más altibajos - más bajos que altos - bastante como para recalentar los frenos delanteros otra vez.
Las sierras y las gentes van cambiando de color. Las sierras van mostrando cada vez más una tierra cada vez más rojiza, lo que, a su vez, entraña que va desapareciendo, por lo menos en partes, la alfombra de vegetación que nos habíamos acostumbrado a ver sin solución de continuidad. Entre la gente, van apareciendo, otra vez, negros puros; así que, apenas ayer, estábamos hablando con los indígenas Guambianos, y hoy hablamos con los exógenas Negros de Africa, todo, bajo el mismo cielo colombiano; en realidad ya empezaron a re-aparecer en Popayán mismo.
Estamos viajando prácticamente siempre en segunda velocidad - cuando bajamos, porque bajamos, como freno, y cuando subimos, porque subimos, para conseguir más fuerza.
Ya cerquita de El Bordo, llegamos a una amplia planicie levemente ondulada, a sólo 900 metros de altitud entre los ramales central y occidental de la cordillera de los Andes colombianos. A pesar de la baja altitud, disfrutamos de vastísimos panoramas todavía mucho más bajos que nosotros, y estamos bajando.
Una pregunta que no tendremos que hacer, y respecto a la cual no tendremos dudas, es si hay malaria por aquí; la contestación, aun antes de ocurrírsenos la pregunta, nos la dio un cartel en una casilla: Puesto de Malaria.
Acabamos de cruzar el paralelo Dos. ¡Cuántos paralelos ya cruzamos desde aquel islote frente a la costa de Groenlandia!
La carretera es de calidad muy despareja, oscilando entre regularcita y mala, con sorpresas pésimas; hay poco tráfico - pocos camiones, y todavía menos coches particulares.
Acabamos de pasar del departamento de Cauca al de Nariño. El verdor lujuriante, que habíamos llegado a tomar como parte inseparable de los Andes colombianos, cambió a un verde anémico; incluso, el ambiente se volvió bastante desértico en el valle mientras que, empero, en contraste, algunas laderas altas y muy empinadas siguen cubiertas de una tapicería de cultivos de varios tonos de verdes.
Y empezamos a subir otra vez - 1.000 metros.
Algo de 1.300 metros. Se terminó la planicie. Otra vez, magníficas vistas, tanto hacia arriba como hacia abajo.
Casi 1.600 metros. Ah, pero se nos reveló repentinamente a la vista otra bajada, y larguísima, encorvándose por todos los pliegues y repliegues de >>>>>>>>