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Esta mañana, no tuvimos el último capítulo de nuestro curso de guaquerismo, el de la excavación, y nunca lo tendremos. El viento guaquero, que, ayer, soplaba a favor nuestro, esta mañana, por alguna razón desconocida, sopló en la dirección opuesta; de repente, todo lo que era fácil ayer, esta mañana fue difícil, todo lo que era factible ayer, esta mañana fue imposible; quizás es cierto que, de no haber surgido la confusión de los permisos, se hubiese cateado ayer y excavado hoy en Turminá; quizás es cierto que la delegada de policía ni apareció esta mañana; pero ¿por qué nos ofreció, ayer, el guaquero de su propia voluntad, sin que nosotros le pidiéramos nada, excavar una guaca en La Milagrosa, si no se conseguía el permiso en Turminá, y, hoy, le resulta imposible? ¿Quizás, muy probablemente, algún enredo de guaquerismo o de politiquería más fuerte que el guaquero?  Sentimos que era mejor no preguntar.

De todos modos, lo cierto es que encontramos en Inzá una inesperada cosecha de datos sobre un tema tan ajeno a nuestros pensamientos como la idea, o el deseo, de ser aceptados como miembros de una sociedad secreta.

Nos toca cruzar, ahora, el ramal central de la cordillera de los Andes, en dirección a la ciudad de Popayán.

Estacionados para la noche; lamentablemente, otra vez en una plazoleta, cerca de un retén de policía; en la aldea de Totoró, ya del otro lado del ramal central de la Cordillera pero todavía a una altitud de unos 2.500 metros.

Por la razón, que se volvió habitual últimamente, de no poder hablar en el micrófono y viajar al mismo tiempo, recién ahora vamos a pasar a la cinta las anotaciones garabateadas de Božka.

>▪  Al salir de Inzá, cada vez más alto; cada vez más árboles, hasta conformar una sorprendente alfombra total de bosques; llegamos a 2.600 metros de altitud; aquí, con los bosques, sería imposible detectar guacas por el método del guaquero de Inzá - sin embargo, con toda seguridad, los indígenas precolonenses habrán vivido al amparo de estos bosques, como todos los humanos que así pudieron hacerlo en cualquier parte de la Tierra.

>▪ Siempre en primera velocidad, en segunda, en primera; el camino oscila entre regular y malo, con frecuentes trechos pésimos; de las subidas y bajadas y curvas, ni hablar.

>▪ Empezó a llover; alcanzamos 3.200 metros; la topografía se ha vuelto razonablemente horizontal, con laderas notablemente suaves y abiertas; apareció un tipo de cacto.