sacerdote a punto de sacrificar un recién nacido malformado - y siempre esos cuatro colmillos puntiagudos sobresaliendo desmesuradamente.
Hablando de dientes, bien el escultor no conocía anatomía, bien aquella gente tenía una dentadura diferente de la nuestra, porque calculamos no cuatro sino seis dientes frontales entre los colmillos. Naturalmente, son los dientes la parte de la estatua pintada de blanco.
Cualquiera sea su significado, es una pieza de arte muy interesante de por sí, y que, además, le da vida, por intermedio de la imaginación, a todo el arte escultórico agustiniano porque parece que muchas de las estatuas, si no todas, estaban originalmente adornadas y realzadas de colores varios.
Tan recientemente fue descubierta, en ambos sentidos de la palabra, esta estatua, que cuando estuvimos para verla, estaban recién construyendo un cobertizo para protegerla de la intemperie y todavía no había habido tiempo de excavar la tumba que, se sabe, hay en el túmulo detrás de la estatua - porque es la disposición tradicional agustiniana de una estatua guardiana de una tumba. Tuvimos así el privilegio de ser entre los primeros en admirar esta estatua - se podría decir grupo escultórico - tetracolor que, por sí sola, tiene tanto interés como todo lo demás en el Parque Arqueológico, y ciertamente le da una nueva dimensión y un nuevo significado a todo lo demás.
Se tiene planeado restaurarle el cráneo a la estatua, y colocarla dentro de un nicho de vidrio porque estos colores que se conservaron intactos durante siglos bajo la protección de la tierra, quién sabe cuánto tiempo aguantarían en contacto con el aire y la luz solar. En cuanto a nosotros, estamos contentos de haberla visto ahora, fallada como está, y no más tarde, restaurada, porque así como está, ya que el daño tuvo que ocurrir, presenta el interés adicional del contraste entre la creación de un artista y la destrucción por un guaquero - si bien, en descargo del guaquero, seguramente fue no por vandalismo sino por falta de precaución.
Y, otra vez, frente al Parque Arqueológico, para una tercera, y que será última, noche.
Mañana, iremos a visitar uno o dos sitios agustinianos a unos treinta kilómetros de aquí. Veremos si habrá algo nuevo para admirar - por lo menos para mirar.
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Sí, hubo algo nuevo - bastante cosas nuevas hubo; no solamente para mirar, sino también para admirar.