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Tres años vagó el ingeniero hasta descubrir el cerro y redescubrir la mina debajo de más de dos siglos de vegetación; pero la redescubrió.

♦♦ También hablamos con varios esmeralderos callejeros, aquellos hombres tertuliando a lo largo de algunas cuadras del centro de Bogotá y vendiendo, o tratando de vender, vidrio verde, esmeraldas falsificadas y hasta esmeraldas legítimas, a precios cuya única norma rectora es la fantasía de cada cual.

Vimos que, para observar esmeraldas con rayos ultravioletas, no hace falta instalación eléctrica alguna; es suficiente poseer una lupa gemológica de tamaño muy corriente, pero hecha simplemente de un filtro ultravioleta. Pudimos observar, con una tal lupa ultravioleta, objetos tallados verdes, desde vidrios de los más puros que se quería hacer pasar por esmeraldas hasta esmeraldas de las verdaderas. Vimos, en la práctica, cómo las no-esmeraldas quedaban verdes bajo la lupa ultravioleta y cómo las esmeraldas auténticas se tornaban de un color entre rojizo y violeta según la intensidad del color verde original de la piedra.

Pero, según descubrimos, también hay en el mundo de las esmeraldas - como no podría ser de otra manera, siendo ciertos miembros de la humanidad lo que son - trampas bien tramposas.

Existen objetos tallados verdes que bajo la lupa ultravioleta viran del verde a la gama de los rojizos pero que no son esmeraldas auténticas; son un astuto ensamblaje de una lámina de esmeralda verdadera unificada con una base de material verde adecuado sin valor, siendo el conjunto, luego, tallado en una de las formas tradicionales de esmeraldas; son los llamados dobletes, cuando hechos de dos piezas, y los llamados tripletes, cuando hechos de tres piezas. Y no es necesariamente un fraude: si se ofrecen y venden como esmeraldas puras y simples, es un fraude puro y simple, pero hay joyeros que utilizan dichos ensamblajes para sortijas sabiendo muy bien qué son - y en este caso, y siempre que así informen a sus clientes, no es fraude, es un caso de enchapado, ni más ni menos que los enchapados de madera preciosa sobre madera común para dar apariencia de lo bueno a precio de lo barato.

Es que esmeraldas son carísimas, mucho más costosas, a peso igual, que diamantes o zafiros. Solamente rubíes son todavía más costosos. Ello es así porque - si bien no faltan esmeraldas de centenares de quilates, por lo menos en su estado bruto, antes de rebajadas, y hasta reciben nombres, como la Patricia, de 632 quilates, u otra, de la cual el nombre se nos escapó, de 484 quilates - la pura y triste verdad es que esmeraldas de una calidad de piedra preciosa mayores de un quilate o sea de 200 miligramos, o sea de 0,2 gramo son extremamente escasas.

A juzgar, dentro de nuestra ignorancia, por todas las piezas verdes talladas que nos fueron ofrecidas por vendedores sigilosos, la mitad era de puro vidrio, y lo demás puede haber sido dobletes y tripletes, y hasta alguna esmeralda auténtica.