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importe que era 50/oo más que el costo nuestro de la piedra más el tallado, 50/oo de ganancia para nosotros prácticamente dándose media vuelta no más; naturalmente, no la vendimos porque, para nosotros, es un recuerdo, pero la demostración queda.

En el taller, vimos un juego de dos tornos; un torno, de disco grueso para, primero, desbastar la piedra bruta, o sea para quitarle sus asperezas e irregularidades externas obvias, y para, luego, ir dándole las varias facetas, y un torno, de disco fino para pulir y dar brillo a las facetas, con la ayuda de una finísima pasta de polvo verde mineral.

La tarea de tallado está simplificada, o mecanizada, si se quiere, de manera notable, gracias a juegos de guías que le dan a la piedra el ángulo de incidencia con el torno exactamente como uno lo quiere: por una parte, hay una guía en forma de media luna vertical con 14 puntos de referencia de abajo hacia arriba, y por otra parte, la piedra misma, para trabajarla, se pega con cera de sellar en un estilete cuyo mango es de forma octogonal que ayuda a la correcta angulación de las facetas desde otro ángulo, si se puede decir; pero, con todo, el trabajo de tallado es admirable por el ojo, la paciencia, la imaginación anticipada de lo que se quiere lograr; y no hay manera de volver a empezar; lo tallado, tallado está, y si se le fue la mano al tallador, hay que recomponer todas las facetas de la piedra para mantener la proporción, lo que, empero, perjudica irremediablemente al tamaño.



El torno y el resultado

Así, las esmeraldas reciben un mínimo de 12 facetas y un máximo de 64 facetas.

Y ¿qué dureza de piedra preciosa opone una esmeralda a los tornos? En una escala de durezas con máxima de 10, que es el diamante, esmeraldas están en un buen 7,5 a 8; debajo del rubí y del zafiro.

A veces, hay piedras con falla, o fallas, que no se pueden eliminar con el tallado; entonces, se puede recurrir a cirugía plástica: se deja la piedra en una solución de ácido nítrico y de ácido sulfúrico - podría ser dos días - luego se limpia con alcohol, y luego se le da un baño de aceite de cedro tibio - podría ser un día - y desaparecen las fallas, por lo menos aparentemente, porque un técnico se da cuenta.

Empero, una estructura interna demasiado impecable, lejos de ser el ideal soñado, es un toque de alarma de que es casi seguramente un pedazo de vidrio. Aun en la mejor calidad, hay pequeñas inclusiones, ya sea sólidas, líquidas o gaseosas - que no son las fallas habituales, que se aprecia más bien como indicios de autenticidad. A tal punto que, en esmeraldas falsas de vidrio, se trata de imitar estas inhomogeneidades a propósito.

También hay casos cuando se justifica cortar una esmeralda en dos piezas menores. Vimos una tal operación de corte, por medio de una pequeña sierra circular casi tan fina como una hoja de afeitar; la mujer lo hizo a pulso, >>>>>>>>