«» En cuanto a métodos de determinación,
•) hay, primero, el ojo clínico; un minero que quizás ni sepa firmar su nombre sabrá reconocer la diferencia al instante entre una esmeralda auténtica y una impostura;
•) hay los rayos ultravioletas: si, con estos rayos, la esmeralda se ve verde, es falsa; si se ve morada, es auténtica (por otra parte, en contraste con otras piedras preciosas, las esmeraldas guardan el mismo color y la misma aparencia tanto con luz natural como con luz artificial);
•) hay un líquido especial de cierta gravedad: si la piedra flota, es falsa; si se hunde, es verdadera;
•) y hay dos sistemas sin uso de alta tecnología como ser ojo clínico, ondas ultravioletas o gravedad específica, dos sistemas de emergencia, pero que mucha gente no encuentra fiables;
• un sistema consiste en poner la pieza verde en la boca, y la teoría es >>>>que, si es esmeralda genuina, no tendrá ningún gusto, mientras que si es >>>>falsa, ya que se tratará de un objeto cocinado, tendrá un sabor raro en la >>>>boca;
• un sistema consiste en sentir el nivel térmico de la pieza verde con una >>>>parte sensible del cuerpo en base a la teoría de que esmeraldas verdaderas >>>>se sienten más frías, no así las de vidrio.
«» Y también hay el peligro de piedras verdes perfectamente naturales pero que no son esmeraldas, como ser granates verdes, corindón verde, turmalinas verdes.
Naturalmente que, a veces, falsificación con falsificación se paga; un esmeraldero nos contó, evidentemente como cosa natural, que, una vez, le encajó esmeraldas falsas a un gringo y que éste le pagó con dólares - pero que, cuando fue a cambiar los dólares, descubrió que éstos también eran falsos.
* ¿Qué calidad de piedra vale la pena tallar?
Algunas piedras, evidentemente, no valen la pena; algunas piedras, evidentemente, valen muy mucho la pena; pero la regla curiosa es que ningún ojo clínico, ningún experto, puede decir a ciencia cierta de antemano, cómo un tallado influirá en la piedra; a veces, una piedra apenas si mejora con el tallado, y a veces aumenta de valor de una manera que nadie podía predecir.
Por ejemplo, nosotros nos compramos una esmeralda en bruto, nos la hicimos tallar como parte de nuestra visita al taller lapidario, salimos a la calle, y la ofrecimos a la primera persona que vimos - ya que todo el mundo en Muzo anda con esmeraldas en la mano, en los ojos, en el bolsillo y en la mente; el hombre nos ofreció, o sea que seguramente era un precio de regalo para él, un >>>>>>>>