este mismo material, parecía darnos razón sin lugar a duda de que, en la mina, se limitan a sacar la crema solamente, y lo demás lo dejan lavarse hacia el fondo del valle, hacia las palas y las manos de los guaqueros.
Quizás cada cara sucia no saque gran cantidad, pero 10.000 hombres escarbando la grava - que es la cantidad de guaqueros que hay, según escuchamos - son 10.000 hombres, y la cantidad total rescatada por ellos, y por lo tanto descartada por la empresa minera, debe de ser bastante apreciable. (Para más exactitud, entre los hombres guaqueros también hay guaqueras y guaqueritos, mujeres y hasta niños - casi perdiéndose detrás de sus palas largas.)
En última instancia, no dudamos de que la mina sabe muy bien qué hace.
Lo curioso de las esmeraldas es que no se dan en un solo tipo de terreno; así como, en un lugar, se encuentran en la compañía sorprendentemente incongrua de sedimentos negros de polvo más o menos compactado por las presiones geológicas, en otros lugares, se encuentran como parte integral de una ganga blanca de consistencia totalmente dura. El polvo negro es pizarra desmenuzada; la ganga blanca es calcio. Las masas de polvo de pizarra son enormes; la ganga blanca se presenta en vetas que pueden alcanzar un espesor de 30 centímetros. Las esmeraldas en los sedimentos negros migran bajo la influencia de los movimientos tectónicos; las esmeraldas en las gangas blancas no se mueven.
Vimos uno de los obreros, en un momento cuando se había alejado del grupo de trabajo, revelar en su boca subrepticiamente, apenas más lejos que los dientes entreabiertos, una gran esmeralda para mostrarla con la rapidez de un relámpago a uno de los guardas armados, supuestamente vigilando los obreros, en evidente confabulación para un evidente propósito.
Por otras fuentes, nos enteramos de que los dueños no se hacen muchas ilusiones, y aceptan la realidad de que, a pesar de toda su vigilancia personal, los obreros se olvidan de entregar ciertas esmeraldas a la bolsa de cuero; lo que quizás explica por qué los obreros, siendo pagados el sueldo mínimo legal, se quedan, y quedan, y quedan.
Ahora que, este arreglo tácito tiene sus límites de caballeros. Cuando se nota una mano demasiado gulosa, se le hace devolver al obrero lo tomado y se lo despide - y escuchamos rumores de casos extremos, de obreros por demás faltos del sentido de caballerosidad y proporción, que fueron mandados para un "turno de vigilancia nocturna por la mina" para ser matados en la oscuridad de la noche y del terreno, y, si se quiere, según la analogía de Božka, despedidos así para siempre.
Así vimos aparecer las esmeraldas de su escondite de millones de años a la luz del día.