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la nuestra, el otro día, de no cruzar la quebrada y, por lo tanto, sin saberlo, de no enfrentarnos con este pedazo de topografía.



Los Palas Largas y el rancherío de los esmeralderos

Y no nos podemos quejar: no hace tantos años, esta huella ni existía; eran tres horas en cabalgadura, nos comentó nuestro conductor.

En la administración, nos enteramos de que dos de los tres dueños de la mina estaban presentes personalmente, supervisando la extracción de esmeraldas, por lo que había que reconfirmar con ellos la conveniencia de una visita en ese momento. Media hora tardó un hombre para alcanzar los dueños en el lugar de extracción y volver; media hora nos quedamos esperando - siempre en la presencia discreta pero real de un guarda armado, cuando no dos - lo que no se sabía si iba a ser un visto bueno. 

►⇔  Visto bueno fue; con un acompañante, y nunca lejos de algún guarda armado apostado de lugar en lugar, empezamos a trepar a pie, cada vez más alto, por un terreno que sería lo último que uno se imaginaría a manera de cuna de nacimiento de esmeraldas - un terreno para una mina de carbón, sí, para arenas bituminosas, sí, como habíamos visto ambos casos en sus oportunidades, pero para esmeraldas, ni soñando; todo negro, puro negro, sucio, y, por colmo, mojado y pastoso.

En el sitio de extracción, hablamos con los dos dueños presentes; y observamos.

Si bien la mina es grandísima - toda la ladera de un cerro, donde el tamaño de dos topadoras mecánicas se perdía - el lugar de trabajo se reducía a un frente de quizás 50 metros; en el cual frente, las dos topadoras aflojaban el increíble material negro, y quizás dos docenas de obreros, con picos de geólogos en la mano, revolvían la negrura aflojada en más detalle en busca de chispas, como se llama las esmeraldas aquí; todo ello, con la colaboración y bajo la vigilancia de varios guardas armados directamente entre los obreros, y bajo la supervisión general de los ojos de águila de los dos dueños presentes.



Guarda armado, y bien armado

Las esmeraldas se presentan por grupos; así que, a veces, se mueve un volumen de tierra donde "no está pintando", o sea donde no aparecen esmeraldas, pero luego sí se llega a un lugar donde "está pintando" o sea donde aparecen esmeraldas, y entonces hay efervescencia de ojos y manos.

Nos pareció que la revisación de los sedimentos negros en busca de las piedras verdes se hace de manera curiosamente cursiva y superficial. Que se encontraba esmeraldas, y en cantidad, lo atestiguaba una gran bolsa de cuero en manos de uno de los dueños, bolsa que evidentemente se estaba llenando de chispas; pero, por otra parte, el recuerdo de centenares y centenares de caras negras con palas largas - lo que aquí llaman los guaqueros - allí en las profundidades del valle, buscando más chispas precisamente en el descarte de >>>>>>>>