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  Se podría decir que se trata del antojo de cada conductor, pero sucede que los medidores mecánicos bogotanos también tienen sus antojos; recorrimos un cierto trayecto varias veces por el sistema de la tarifa medida; la tarifa medida más barata fue de 110 pesos, la tarifa medida más cara salió 200 pesos, y naturalmente, en otros recorridos del mismo trayecto, hubo importes de tarifa medida intermedios, todos, impuestos por el antojo de los varios medidores mecánicos.

  Es realmente un mundo aparte como si fuera otro planeta; parece demostrar, ya sea la perfecta incapacidad de las autoridades de imponer orden o la perfecta capacidad de los taxistas de hacerle decir a sus medidores la tarifa que se les antoja según la codicia de sus bolsillos.

> Detectamos, perfilándose en un futuro todavía mal definido, un posible problema potencialmente serio, un problema de reposición de nuestras cubiertas; nuestras cubiertas todavía tienen bastante margen de vida, pero el implacable desgaste por los caminos malos no se puede ignorar, y no se puede ignorar que, en algún momento antes de enfrentarse con la vastedad del cono sur de América austral, convendría cambiarlas para no encontrarse en Tierra del Fuego totalmente descalzos. Por estas consideraciones, y sin necesidad inmediata, se nos ocurrió averiguar qué fácil o qué difícil sería conseguir las cubiertas que necesitamos, aquí mismo, en Bogotá.

  Resultado, justa causa de preocupación: no se pueden conseguir, no hay; la industria colombiana no las fabrica y las importaciones están cerradas. Si realmente tuviéramos una necesidad inmediata de nuevas gomas, la única solución sería hacer recapar las cubiertas que tenemos, y esto mismo, aquí, en Bogotá, sería más cuestión de suerte que de rutina porque hay un solo taller que tendría las herramientas necesarias para recapar el ancho de cubiertas que tenemos. Esperemos que, en otros países, la situación se presentará diferente.

> No tenemos la capacidad de juzgar un trabajo dental sino por los resultados a largo alcance, pero nuestra impresión inmediata de prófanos es que los dos dentistas que se ocuparon de los dientes de Karel, aquí, parecen ser de primerísima categoría.

> Ayer fue un día que, en ciertos Colombianos, suscitó entusiasmo y, en otros, aburrimiento; el primer día de una tregua de un año, firmada entre el gobierno y uno de los grandes grupos de guerrilleros. Mientras los entusiastas hacían repicar las campanas y soltaban miles de palomas blancas, los aburridos decían "ah, otra más de esas". Independientemente del resultado, es bueno, una vez, escuchar una noticia potencialmente positiva.

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