español english français česky

solamente de palabras sino también en imágenes y a todo color. Así lo proclaman las antenas en hirsuto penacho en cada casita a la vista en este fin del mundo - lo que es notable, no por la televisión sino por la provisión de electricidad a rincones tan apartados.

El camino sigue siendo de ripio; se está poniendo cada vez más al natural. Nos acordamos de que, no hace mucho, hicimos un comentario en cuanto a los diferentes tipos, desde natural a domado, de caminos, y a cómo pueden reflejar o emparejar la realidad de la topografía. Aquí, creemos que tenemos el extremo natural de los caminos: éste, sube cada pendiente, baja cada pendiente, tal como las esculpió la geología, sin la menor consideración, y serpentea sin preocupación, por donde lo llevan las arrugas del terreno; al llegar al afilado tope de cada subida, siempre es una incógnita hacia qué lado va a correr el camino en la bajada siguiente; hay que andar siempre en segunda velocidad - en las subidas, para poder subirlas, y en las bajadas, como freno.

Y no nos podemos quejar. Al contrario, tenemos que sentirlo como un privilegio porque, hace pocos años, ni esto había aquí; nada había aquí; es un camino que va de nada a nada, no está conectado con la red vial general, está a algo de 430 kilómetros a vuelo de pájaro, y quién sabe a cuántos kilómetros más a serpenteo de terreno, del primer tentáculo de la red vial general. Y mientras la cosa queda así, en familia, a centenares de kilómetros del mundo allá lejos, ¿quién necesita carteles viales y nombres?

Hemos llegado a la vista de otro pueblo. Lo vemos desde lo alto de una loma, al borde del mar, lindo espectáculo como para una tarjeta postal.

Estamos en el centro del pueblito. Es Red Bay. ¿Continuará el camino? Con interés, le seguimos las vueltas; hacia el noreste.



Red Bay

No; ahí está. Punto final. Los últimos treinta metros, el último metro, de camino; las últimas casitas; y luego, el mar y las rocas; nada más.

Por casualidad, el Sol acaba de ponerse detrás de una loma detrás de nosotros, y la Luna ya está en el cielo frente a nosotros.

Así que fue a lo largo de esta rasposa costa que navegó hacia el norte uno de los cuatro grupos de exploración desde Straumfjord, y luego la patrulla de socorro que salió en su búsqueda.

Es el principio de la larga costa de Labrador/Markland, y quizás también Heluland, costa que se volvió la obligada guía de más de una embarcación vikinga, empezando con Herjolfsson.

Es quizás extraño que un Vikingo haya perdido u olvidado cosa tan valiosa y vital como su espada, a no ser que haya sido un Vikingo muerto; pero si tuvo >>>>>>>>