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o las alcaldías, si bien son evidentemente los más seguros en cuanto a bandoleros y otros maleantes, no son tan evidentemente seguros en cuanto a las guerrillas, porque cuando los guerrilleros atacan, frecuentemente atacan estos centros de la autoridad establecida; pero hay que ir por las probabilidades; y hay menos probabilidades de guerrilleros, y más probabilidades de maleantes.

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Anoche, estábamos, pues, estacionados frente a la alcaldía de Zipaquirá - con el conocimiento y la aprobación del centinela de la misma, se entiende; estábamos durmiendo con el sueño de los justos, cuando sentimos golpes en el vehículo, y una voz ordenando que nos bajáramos; pues, Karel no bajó y preguntó quién era; que nos quería hablar el comandante; Božka se acordó de la advertencia de no confiar en gente uniformada si no tiene su placa con número serial; consecuentemente, Karel les pidió dónde tenían sus placas y que se las mostraran; con sorprendente y rápido espíritu de cooperación, abrieron sus sobretodos y las mostraron en la chaqueta; así que Karel bajó; la plaza estaba toda desierta; nuestro vehículo era el único a la vista - salvo otro vehículo, a unos metros, con gente armada. Resultó que el guarda con quien habíamos hablado no había pasado la consigna a su relevo, y esta patrulla se había venido para asegurarse de que no éramos guerrilleros con intenciones de asaltar o volar la alcaldía.  Y seguimos durmiendo.

Pero, por otra parte, y como en compensación, recién, a las cinco de la madrugada, ya escuchábamos música clásica - y no la música clásica aguada para consumo popular como que pide disculpas por ser música clásica sino de la verdadera, de la buena, de la fuerte.

Y así de tempranito, hacia Bogotá.

\BG/  Tempranito, en Bogotá. 

¡Qué día!

Nuestra primerísima visita fue, naturalmente, a la Dirección de Migraciones, a donde fuimos a enfrentarnos con nuestro destino como extranjeros ilegales en el país.

Como nos lo indicara el funcionario en Cartagena, pedimos hablar con el director. Este, para nuestro gran alivio, lo tomó todo muy benignamente, dijo que ciertamente habíamos cruzado la frontera en forma ilegal, que la información que habíamos recibido en Panamá era errónea, pero que también el tratamiento que habíamos recibido en Cartagena había sido inadecuado y que la oficina de Cartagena tenía que habernos regularizado nuestra situación sin más problemas; en el acto, dio instrucciones para que se nos diera un permiso de >>>>>>>>