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+ Más que un comentario sobre la estupidez de esa reacción, se impone otro comentario.

  Cuando se habla del atraso de un país, las normas habituales apuntan a la falta de televisores a color y a otras faltas materiales; sin embargo, son estas faltas de sesos, según nosotros, que conforman el atraso de un país. Si estos apagones son frecuentes, quizás no se pueda censurar los apagones porque éstos quizás se deban a la falta de equipos que cuestan demasiado; pero sí se puede censurar, severamente, y con desdén, la falta de un sistema que obvie la dificultad; como ser un sistema de luces de acumuladores, que se prendan automáticamente cuando se apaga la corriente principal; o un sistema de préstamo de linternas a los visitantes - aunque sea mediante un depósito de garantía, si se quiere, que luego se devolvería al recuperar la linterna; o, por lo menos, la advertencia de que la gente se provea de una fuente de luz personal; o la advertencia de que, en caso de apagón, la gente se quede en su lugar, y que en algunos minutos un minero los iría a rescatar; en un país de los llamados adelantados, con toda seguridad habría una de estas alternativas.

+ A veces, se da conciertos; a juzgar por la vibración en el domo ojival, no es difícil de imaginar y creer que el efecto acústico debe de ser sorprendente.

Al salir de la catedral-sepulcro, compramos dos tarjetas postales y quisimos ir al correo; preguntamos dónde está el correo; nos dieron direcciones, llegamos, y nos dimos cuenta de que habíamos olvidado que, en Colombia, hay dos correos, uno, el correo del gobierno, y otro, el correo aéreo de una empresa de aviación particular, dos entidades totalmente separadas; el correo del gobierno, para envíos no aéreos - y perfectamente ineficiente e inepto, nos comentó la gente, y el correo aéreo de la empresa de aviación, para todos los envíos aéreos, nacionales e internacionales, muy bueno y eficiente. Y, naturalmente, cada tipo de correo tiene sus oficinas propias.

Tuvimos que preguntar otra vez dónde está el correo, especificando esta vez - correo aéreo; nos mandó la gente a un lugar que no era. Tuvimos que preguntar otra vez dónde está el correo - aéreo; nos mandaron a un lugar donde el correo - aéreo ya no estaba; es simplemente increíble que, en una ciudad pequeña como Zipaquirá, la gente no conozca mejor su ciudad. Tuvimos que preguntar, por cuarta vez: dónde está el correo - aéreo; finalmente, encontramos el dichoso correo aéreo ... en un mostrador de una tienda de ropa de vestir, donde, en la misma caja, con una mano cobraban las compras de ropa, y con la otra mano, los despachos de correo aéreo. Pero sabemos que las tarjetas van a llegar; así son las cosas en Colombia.

Y siendo las cosas como son en Colombia en cuanto a la seguridad personal, vamos a seguir nuestra nueva tradición de dormir en un lugar seguro, y esta noche la vamos a pasar enfrente de la alcaldía de Zipaquirá - aun cuando nos damos cuenta de que tales lugares como los puestos de policía o de militares, >>>>>>>>