en Bogotá, y nos dio su nombre y teléfono en Bogotá - ya que es allí que vive - para que nos comuniquemos con él para que nos presente al curador de aquel museo para fotografiar los originales.
Todo cuanto no impide que las réplicas en las vitrinas tendrían que estar provistas de una aclaración que son reproducciones para no dejar la gente creer, como es natural que crea, que son originales.
En Bogotá, procuraremos ver los originales.
Aun en este contexto, surgió otra vez la ola de desconfianza y cuidado que parece impregnar toda la vida colombiana: nos advirtió que no fuéramos con nuestro coche a la Universidad, que lo dejáramos en cualquier otra parte y nos fuéramos en taxi, porque, según él, vehículos oficiales o extranjeros están siempre sujetos a los humores de los estudiantes; y hubo casos cuando éstos hasta incendiaron vehículos que no les gustaron.
Asimismo aprendimos del curador que toda la zona de Leiva está riquísima en depósitos fosilíferos, algunos, notables.
Entre los hallazgos, hay el esqueleto casi completo de un saurio que todavía ni se sabe a ciencia cierta cómo llamarlo, pero que, por ahora, se conoce por el nombre de cronosaurio, por ciertas similitudes que tiene con fósiles encontrados en Australia y así llamados - y, de todos modos, sería el segundo tal espécimen en toda la Tierra y el único en América. Es un ejemplar tan único y al mismo tiempo tan engarzado en la roca que los científicos no se animaron a sacarlo del lugar donde fue encontrado, y allí todavía está; y allí nos guió el amable curador a verlo. Lo más notable quizás, fuera de su gran tamaño, es sus poderosos dientes en estilo de colmillos.
Ahora, viajando hacia las minas de esmeraldas de Muzo; sin mucha esperanza; pero por la duda. Por un camino de cordillera, rocoso, difícil y cansador.
Nos encontró la noche en el pueblo de Chiquinquirá. En Chiquinquirá, estacionados pues hasta mañana. Y, por suerte, en una plazoleta que promete, y ya mismo nos baña en, alivio.
Ah pero, no tan fácil. Otra vez el problema de la seguridad.
Si bien, varias veces en camino, y aquí mismo al llegar a Chiquinquirá, nos habíamos comentado - por la evidente presencia de una substancial riqueza ganadera con vacunos bien gordos en pastajes muy buenos y abundantes - que realmente no podía ser que en esta región hubiese bandoleros, especialmente aquí, en Chiquinquirá, no habían pasado dos minutos de esa ilusión en la plazoleta cuando se nos acercaron dos jóvenes y nos dijeron que buscáramos otro sitio, todavía más céntrico, por el alto peligro de ser asaltados durante la noche en ese lugar. Así que, ahora, estamos estacionados a cinco metros de >>>>>>>>