rebelión cancelada, por promesas recibidas; promesas dadas, encubriendo >>>salvajes represalias.
•) Una, Antonia Santos, encabezó guerrillas por la Independencia. Capturada, >>>matada.
Recién nos enteramos de que el estado de sitio en el sur de Colombia fue extendido, hace unos días, a todo el país; así que estamos en estado de sitio; pero en la vida práctica no se nota.
Topografía, de apariencia más suave, pero seguimos oscilando alrededor de una altitud de 1.400 metros.
El tráfico sigue mayormente de grandes camiones; se puede decir nueve camiones por un solo coche: como la carretera está bastante angosta y con muchas curvas, el manejo es de alta cautela.
En lo que va de la mañana, ya vimos dos despensas de bebidas, de nombre Buenos Aires; es notable la atracción que este nombre parece tener.
La carretera se ha vuelto otro tipo de juego, mucho más traicionero que el anterior: ahora, la carretera está más ancha, menos retorcida, e invita a velocidades con una sonrisa; pero, como ya aprendimos en carne propia, a intervalos imprevisibles está cortada por tremendos zurcos transversales donde cualquier velocidad superior a cinco kilómetros por hora sería mortal para alguna parte vital del vehículo; y todo, sin la menor señalización de advertencia; el gobierno tendría que hacerse responsable de los daños ocasionados.
Los sombreros de hombre como tocados de mujeres se van volviendo cada vez más comunes.
En contraste con la aridez, con la aspereza, con la árida aspereza, de todo el tramo entre Pie de Cuesta y San Gil, ahora, las laderas por todas las partes se ven muy verdes, y verdes de manera productiva a juzgar por la tapicería sin fin de superficies geométricas de diferentes verdores. Cerca de la ruta, vimos plantaciones de café, de caña de azúcar y de bananos.
En conjunto, sería una vista bastante descansadora si no fuera que los ojos tienen que estar pegados en la carretera para detectar esas dichosas trampas dejadas sin reparar, y sin señalización, por la desidia de la autoridad vial.
Lo más curioso en lo que va del día es que no hubo ni un solo retén hasta ahora, a las 13:30, cuando tuvimos el primero.
Por aquí, como en tantas otras partes, los hombres llevan cada cual su machete - pero, aquí, con evidente orgullo, enfundado en una vaina que sería digna por lo menos del sable de Bolívar, y que seguramente ha de costar varias veces más que el machete mismo.