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Allá, en la cumbre, se lleva a cabo una confrontación de titanes. Hay dos picos, el pico Bolívar y el pico Cristóbal Colón. En un mapa, la altitud máxima está asignada a Bolívar, en otro mapa, a Colón; ambos mapas, colombianos.  ¿Quién lleva la palma en el corazón colombiano?

Claro, los Taironas, quienes vivían en las templadas colinas al pie de esta Sierra Nevada, y los Caribes, quienes la veían desde los calurosos llanos de la costa, no tenían semejantes dilemas.

Hablando de Colón y de Colombia, no nos entra en la cabeza por qué un país, e hispanohablante por colmo, en su decisión de honrar la gloria de Colón y de envolverse a sí mismo en esta gloria escogiendo el apellido Colón como base de su propia denominación estatal, le negó a Colón, y a sí mismo, esta forma hispana e histórica, y se denominó, en vez, en base a la forma apócrifa, italiana y lateral del apellido, Colombo, cuando Colón nunca se refirió a sí mismo, nunca firmó, nunca fue identificado en documentos de su epopeya, como Colombo.

Claro, también están las voces "precolombino, poscolombino" padeciendo de la misma aberración. ¿Por qué no "precolonense, poscolonense"?

¿O es, acaso, que Colombia nada tiene en común con Colón y es simplemente, pacíficamente, poéticamente, el país de las palomas?

Sigue haciendo un calor bastante fuerte, o mejor dicho, una combinación de calor y humedad bastante pesada; tenemos las manos tan húmedas de sudor que el cronista de la Expedición tiene recelos de tocar el micrófono, y al fotógrafo de la Expedición no le gustaría tener que tocar las cámaras fotográficas o los lentes.

Estamos recorriendo ahora el mismo tramo de carretera principal que ya recorrimos ayer; pero hasta esto tiene su interés: resulta que ayer vimos, pero recién hoy, en este segundo contacto, estamos percibiendo y apreciando, centenares de conos de barro irguiéndose por los campos hasta alturas varias - algunos, de la altura de un hombre o más; seguramente de insectos gregarios, tal vez de termitas, pero no sabemos, porque nos paramos para abrir uno con el machete y lo encontramos vacío; en ciertos campos, los hay literalmente por centenares, del suelo para arriba.



Un tal cono

Es curioso como, a veces, la percepción humana necesita más de un impacto para realmente absorber la presencia de una realidad.

También estamos observando una manera novedosa, por lo menos novedosa para nosotros, de tender un alambrado - en este caso se podría decir de tejer un alambrado - a lo largo de los pastoreos: los postes, en vez de estar todos del mismo lado del alambre, están alternados, uno de un lado, el siguiente del otro lado, del alambre; habría que escuchar la opinión de un técnico en la materia, pero a primera vista parece ingenioso.