•) También, van cambiando su manera de vestir, de la tradicional, que era básicamente una manta colgando de los hombros, a la contemporánea, que es el uniforme moderno alrededor del globo terráqueo.
•) No forman una agrupación compacta, vale decir, no viven en un pueblo que les sea propio, sino que constan de familias desparramadas a lo largo y ancho de la comarca.
•) Suelen ir a Becerril mismo en procura de medicamentos y de ciertos alimentos.
•) Parece que su territorio presente no es su territorio original, que habrían sido empujados hacia este territorio por la llegada de los Españoles, pero que, originalmente, tenían sus raíces en el Caribe - lo que no deja de tener su interés ya que, por lo que aprendimos durante los preparativos de esta Expedición, parece que hay restos arqueológicos como de pigmeos en Yucatán, en la isla Cozumel y otras partes - esto todavía espera nuestras averiguaciones.
•) Finalmente, estos Yucas, como pasa en tantos otros grupos paraborígenes - y estuvo pasando desde que los Europeos se lo enseñaron - se dejan dominar por la botella y sus consecuencias nefastas.
Incidentalmente, los paraborígenes Motilones, famosos por la violencia de su resistencia a la invasión europea, parece que todavía existen en las partes más retiradas de su serranía y que todavía siguen siendo bravos.
Viajando. Pero ¿por qué estamos viajando, contra toda lógica, hacia el norte ya que queremos regresar hacia el sur? Porque la perspectiva de regresar por el mismo purgatorio de la ida se hizo por demás insoportable - cuando, por otra parte, descubrimos que, de Becerril hacia el norte, se puede dar una vuelta, tremendamente larga, sí, pero asfaltada, por Valledupar, para volver luego hacia el sur por la carretera que ya recorrimos ayer; y es por ello que estamos dando la vuelta larga. Alguna vez tendremos que aprender que un camino marcado de tierra en mapas no es necesariamente de tierra sino que puede ser de piedras - y son las piedras que matan.
→ Mientras tanto, todos los empalmes, todos los cruces, siguen siendo juegos >>de adivinanzas; por lo menos dos veces, perdimos en este jueguito y tuvimos >>que regresar y tomar otro camino.
→ El nombre de cada pueblo es su secreto mejor guardado; para saber dónde >>estamos, la única manera es parar y preguntar.
→ Ya vimos la ausencia de indicaciones toponímicas en otras partes, pero a >>tal punto, nunca hasta ahora.
Pasamos por Valledupar y ahora tenemos el macizo de la Sierra Nevada de Santa Marta a nuestra derecha - ya bordeamos dicho macizo por su lado norte, a lo largo de la costa, también por su lado oeste, y ahora lo hacemos por su lado sur.