Naguanje. Y henos aquí, después de haber abandonado ya toda esperanza, observando formaciones de coral - algunas, directamente a orilla del agua, y otras, en bancos de regular extensión en las aguas razonablemente tranquilas de una hermosa bahía; es éste un coral totalmente diferente del que vimos en Costa Rica; cerca de la orilla, tiene una forma que una costurera llamaría un volante de adorno, pero hay otros tipos de coral, en diferentes lugares y a diferentes profundidades fuera de nuestro alcance. Nunca sabremos cuántos tipos de coral realmente hay, pero lo que vemos es muy vistoso.
Y ahora, a viajar. Y, después de tantas semanas de aquellos espinosos atrasos pre-darienitas en Panamá, a viajar sin más titubeos hacia el sur, hacia el corazón de Colombia, hacia los otros países de América austral.
Próxima meta, un villorrio Maracas, si es que lo encontramos, donde parece que habría paraborígenes pigmeos - los únicos en toda América; cerca de un pueblo Becerril. Vamos a ver si es cierto.
De Ciénaga, esta vez, hacia el sur.
Topografía, entre ondulada y llana; todo lo llano, a nuestra derecha, y todo lo ondulado, a nuestra izquierda - seguramente como último recuerdo del macizo de la Sierra Nevada de Santa Marta.
Tierra, dejada al natural y dedicada a un pastoreo cómodo.
Al sur de Fundación, terreno totalmente llano, de ambos lados de la carretera; sigue cómodo pastoreo al natural, si bien ya no sosegadamente ilimitado - hasta ahora, ya vimos tres plantaciones: una, de algodón, una, de arroz, y una, de palmeras de aceite.
La carretera no es perfecta pero bastante buena, y estamos tragando muchos kilómetros.
Aproximándonos al pueblo de Chiriguaná.
En la lejanía, se está empezando a dibujar una serranía que debe de ser la serranía de los Motilones, entre Colombia y Venezuela, anunciadora de la larga y poderosa cordillera de los Andes, y de interés para nosotros porque por ahí debe de estar Maracas.
Nos desviamos de la carretera principal, en dirección a Becerril, y, esperamos, Maracas.
Estamos en el pueblito de Rincón Hondo. Al ver su puesto de policía que, naturalmente, también es un retén, en un impulso del instante nos detuvimos por decisión propia para preguntar en cuanto a la seguridad personal en la zona. Nos dijeron que guerrilla no hay - y que aunque la hubiere, la guerrilla no es problema - pero que sí hay maleantes comunes, y muchos; de noche atracan a cualquiera y hasta a los autobuses; ni pensar en quedarse a pernoctar en cualquier lugar de la ruta.