De Cartagena a Barranquilla.
Sin novedad; una simple re-edición, o continuación, de lo visto entre Montería y Cartagena. No es evidente que Barranquilla se merezca el nombre de ciudad; más bien parece una gran extensión de barrios populosos utilitarios grises.
De Barranquilla al pueblo de Ciénaga.
En el mapa, parece que la carretera sigue una estrecha calzada entre el mar y la boca de una gran bahía así encerrada por la calzada, pero, en la práctica, la lengua de tierra está resultando bastante ancha como para llevar un amplio bosque a ambos lados de la carretera - o mejor dicho, miles de troncos de lo que era un bosque, totalmente resecos, un llamativo ejemplo de cambio abrupto de ecología; a todas luces, había aquí, hasta no hace mucho, circunstancias favorables al desarrollo de un bosque añejo y tupido, y, a todas luces, hubo un cambio repentino y drástico, no hará mucho, del cual todo el bosque sin excepción fue víctima, quedando, ahora, solamente un sobrecogedor desierto de troncos torcidos elevándose hacia el cielo como en desesperación.
En la neblinosa lejanía frente a nosotros, van creciendo serranías como no las vimos desde, creemos, Costa Rica; son las primeras estribaciones de la famosa Sierra Nevada de Santa Marta, un macizo de unos 5.775 metros de altitud, a solamente 35 kilómetros del mar, lo que lo hace la más alta cumbre tan cerca del mar en toda la Tierra.
Todavía no sabemos si en Ciénaga vamos a doblar hacia el sur, o sea hacia Bucaramanga y eventualmente Bogotá, o si doblaremos hacia el norte, hacia la ciudad de Santa Marta. En nuestros estudios previos a la Expedición, recogimos la información de que, en el parque Tairona, cerca de Santa Marta, se da la presencia de 50 tipos de coral, de los 72 tipos posibles; pero, por lo que tratamos de averiguar en Cartagena, las perspectivas no parecen tan positivas y entusiasmantes.
Ciudad de Santa Marta.
Las informaciones que espigamos en cuanto a los bancos de coral siguen siendo muy nebulosas; parece que todo el mundo está de acuerdo en que hay bancos de coral pero nadie sabe dónde están; cada cual indica otro lugar, preferentemente lejos del lugar donde está; dentro de lo nebuloso, lo menos nebuloso nos parece ser un paraje llamado Cañaveral, a 40 kilómetros. Allí vamos a ir.
Aprovechamos nuestro paso por Santa Marta para visitar el Museo del Oro de la ciudad. Por lo que pudimos enterarnos, es común que las ciudades colombianas tengan un museo del oro, o sea un museo de piezas elaboradas en oro por los orfebres precolombinos.
Tal proliferación, naturalmente, le hace perder atractivo; así es que en Cartagena también hay un museo del oro pero ni lo fuimos a visitar - quizás >>>>>>>>