español english français česky

ingreso al país en nuestros pasaportes, pero sí en posesión de nuestro vehículo y libres de viajar tranquilamente a Bogotá para presentarnos allí.

Todo el asunto nos parece un poco inverosímil; bien las autoridades quieren quedar bien con nosotros, por lo que hacemos, y quizás el jefe en Bogotá quiere conocernos, o nos preparan una multa de tanto por día de atraso - y, para el erario público, cuanto más tarde nos presentemos, mejor. Pero el jefe de extranjería, aquí en Cartagena, pareció acomodante y sincero, así que vamos a viajar sin documento oficial, y de palabra.

. .
*

Hoy, sábado, reacondicionamos las cosas dentro y encima del vehículo, y reorganizamos nuestro itinerario por Colombia ya que, originalmente, habíamos planeado que nuestro punto de partida después de cruzar el Darién-Chocó sería Buenaventura y no Cartagena.

Volviendo a lo de la aduana y esos moluscos humanos, eran tan hipnotizados por el vehículo que ni se dieron cuenta de, o se fijaron en, su cargamento - podíamos haber transportado ametralladoras, granadas y cualesquiera otros pertrechos para la guerrilla colombiana que nadie hubiera visto nada. Qué mundo increíble es la burrocracia, perdón burocracia.

. .
*

Hoy, domingo, por sentirnos un poco agotados y por tener todavía cosas que hacer - y no hablamos de las transcripciones de las cintas - nos dimos el lujo de quedarnos otro día, hasta mañana, en el hotel.

. .
*

Hoy sí, pues, estamos listos para dejar esta costa de Nueva Andalucía - tal como fue su nombre europeo primero - y para empezar a recorrer el virreinato de Nueva Granada - como se llamaba esta aproximada parte de Colombia y de Ecuador antes de la Gran Colombia.

Esta salida de Cartagena es nuestra primera experiencia vial en Colombia por cuenta propia - y en seguida tropezamos con la enojosa falta de indicaciones de direcciones; es increíble que un empalme tan importante como el que acabamos de vencer no tenga la menor indicación.