Y por qué, tuvimos la curiosidad de averiguar, el honor de un grupo escultórico para un par de zapatos viejos: para honrar la memoria de un poeta que escribió un soneto, expresando que sentía para su ciudad natal el mismo cariño que se siente para un par de zapatos viejos.
En los negocios, este talle no se consigue
En otro renglón, la moneda colombiana, más específicamente los billetes de banco colombianos son un caso de pura opereta, o de puro irracionalismo, o de puro engaño por parte del gobierno colombiano, engaño ya sea de sí mismo o de los demás: cada billete de banco especifica claramente que se trata de "pesos oro" y que el Banco de la República pagará dichos pesos oro al portador, cuando el valor intrínseco de cada billete no es más que el valor del papel en el cual está impreso - y no se trata de billetes viejísimos todavía en circulación por error sino de billetes impresos ahora mismo; hay que verlo para creerlo y todavía es imposible entenderlo. En otros países, los billetes tampoco tienen más valor que el papel en el cual están impresos pero, por lo menos, el gobierno tiene la decencia o la cordura de no comprometerse a cambiarlos por oro. Sería interesante enterarse de la razón de semejante disparate.
Incidentalmente, dichos billetes colombianos son hermanos de los billetes de algunos países centroamericanos por ser fabricados por las mismas empresas extranjeras.
Mañana, pues, tendríamos que salvar, en teoría y si Dios quiere, todas las vallas aduanales y tomar posesión otra vez de nuestro vehículo - siempre, se entiende, que la aduana no se avive y no haga hincapié en el hecho de que estamos aquí, en Colombia, muy ilegalmente.
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Hoy, miércoles, con el entusiasmo de la inocencia, llegamos, a las 8:30, al lado del barco en el cual venía nuestro vehículo, justito, al segundo, cuando encima de nuestras cabezas bajaba en lento movimiento el contenedor que más nos interesaba, el nuestro. Fuimos informados que el contenedor no se podría abrir mientras se descargaba el buque pero que luego, antes de las 12, se abriría; así que el primer resultado de nuestra industria matutina fue una espera de horas; y a más de lo enojoso de la espera, si el contenedor no se abriría en seguida ¿cómo podríamos vencer todas las implacables dificultades de la aduana en las horas restantes del día?
A las 10, nada; a las 11, nada; a las 11:30, empezamos a averiguar y reclamar, con el resultado de que sí, ya lo iban a abrir; pero no ahora, porque justamente a las 11:30 la gente se va a almorzar y no regresa hasta las 14, así que a las 14 sin falta será - dos horas y media de espera que no eran un atraso de dos horas y media sino la desesperación de un atraso de todo un día >>>>>>>>